Los punk

Autor: Adolfo Carreto      

   

Cuando Berlín era Este y Oeste, cuando el muro todavía era muro y separación, cuando Alemania estaba signada por la división, por la política de guerra fría, y por las ideologías de este lado y del otro, la música parecía ser el único punto de unión. Al menos eso creían muchos. En aquel entonces un muchacho confesó al periodista: “A los jóvenes corrientes solamente les gusta la música disco. Igual que en el Oeste. Es decir, igual que al otro lado del muro.

     Para matizar esta frase diremos que el muchacho intentaba dividir a la juventud en aquellos considerados corrientes, y los otros. El pertenecía a los otros, y esos otros se denominaban punk. Para continuar aclarando, diremos que Oeste significaba el Berlín no comunista, porque el muchacho confidente, era del otro Berlín, del Este, de ese que comenzaba justamente en el muro y no se sabía dónde terminaba.

     Hay que aclarar igualmente que tanto en el Este como en el Oeste, los jóvenes corrientes se disfrazaban de otros. Se rapaban la cabellera, maquillaban sus motos con marcas por ellos prefabricadas, se teñían el cabello con tintes que consiguen atravesar el dichoso muro vía contrabando, hacía ruido con los vehículos, no con ánimo de molestar sino por la fiebre de mostrarse, sujetaban sus muñecas con muñequeras de cuero trenzado y clavos incrustados, sentían por la policía idéntico irrespeto de sus dobles de cualquier parte del mundo. Es decir, no se consideraban corrientes.

     Porque en el Berlín Oeste también existían jóvenes corrientes, los cuales estudiaban normalmente, normalmente trabajaban, se casaban normalmente, creían en ideologías normales o anormales, iniciaban románticamente el noviazgo con intenciones de perdurar en forma normal, ponían su empeño en escalar profesiones sociales, lo cual es algo muy corriente en el Este y en el Oeste, procuraban divertirse en la forma más corrientemente aceptada por las sociedad que los consiente como jóvenes corrientes. Esto era en el Berlín Este y en el Berlín Oeste. Esto era aquí y allá. Y lo continúa siendo. Independientemente de los credos ideológicos o de los credos religiosos.

     En otras palabras, existen jóvenes que se acomodan a las formas, y otos que se ríen de ellas, de quienes las inventaron, de quienes viven formulariamente, estereotipadamente. Antes. Ahora.

     Dicen que el Berlín comunista estaba llenándose de punks, de jóvenes fastidiados por los formulismos impuestos en su sociedad. ¿Era entonces una moda, un signo de los tiempos. Posiblemente. Lo cierto es que en nuestro Berlín Este la juventud sigue comportándose como se comporta la juventud en todos los Estes y en todos los Oestes. En una juventud punk. En una juventud que siempre ha existido y continuará existiendo.