Los medios como tribuna

Autor: Adolfo Carreto             

  

    Pareciera que nos hemos acostumbrado a vivir en un contexto vacío de significados reales, y a veces la palabra “Dios”, no la realidad Dios, luce poco completa para llenarlos. Tan así que el famoso Harrison Ford, ese mismo de La guerra de las galaxias, ha venido a denunciarnos algunos de esos intentos inoperantes para llenar los vacíos: “Los personajes que encuentran alguna cosa que se asemeja a Dios la encuentran en otro lugar distinto a la computadora”. Dicho en otros términos: el progreso científico, trabajado para llenar vacíos materiales, ha terminado abriendo precipicios en el suelo del espíritu.

     En todas las épocas el ser humano ha suspirado por alcanzar la realidad Dios. También en todas las épocas se ha topado con fraudes (becerros de oro) sobre esa realidad. Pero aunque así continúe siendo, el ser humano no pierde la esperanza de ese hallazgo último y definitivo, que no es otra cosa que la felicidad plena.

     Existe, teológicamente hablando, la posibilidad real de acercarnos a esa felicidad anhelada. Paul Tillich lo ha dicho: “encontrando el significado pleno de la propia existencia”. De tal forma que habrá más o menos acercamientos a esa realidad última dependiendo del esfuerzo constante por llenar los vacíos que nos desalientan.

     Si la realidad última es el amor, en su más explícita forma teologal, los caminos terrenos que conducen a él no pueden ser otros que los senderos amorosos, con toda la carga de disfrute y también de desasosiego que lleva implícito el hecho de amar, es decir, el hecho de servir.

     Es posible que sea necesario borrar a la palabra “Dios” de sus pesos negativos, sus connotaciones peyorativas, esas mismas que, aunque sea sin querer, le hemos ido endosando los humanos. Que no es tan difícil. Si le añadimos el calificativo de “servicio” ahí estaría la clave. Claro que, la palabra servicio tiene también no pocas desviaciones. ¿Quién que intente escalar puestos sociales, sobre todo políticos, no lanza por adelantado su “vocación de servicio” como su carta de presentación. Luego, muy posiblemente la práctica confirmará lo contrario. Así que la palabra lleva el enmascaramiento de otra realidad, la cual contradice su contenido. Y Dios es el contenido puro, el simple y llano contenido de la existencia humana.

     Dios no es una palabra: es la Palabra. Y eso lo explicaría todo. Claro, para los que quieran entender.