Los mártires

Autor: Adolfo Carreto      

   

Encuentro Una enorme diferencia entre el mártir cristiano, a la antigua usanza, y el moderno mártir del extremismo musulmán. Ellos se llaman shadid. Pero no es el nombre la diferencia sino la forma de morir: la autoinmolación con el fin de matar al otro, y si es a gran escala mejor, más honorable será el martirio.

La Iglesia católica ha retomado nuevamente el tema del martirio, a instancias de Juan Pablo II, y según una investigación reciente, se ha han encontrado en el siglo XX a doce mil nuevos mártires. Ha escrito el Papa: “Al término del II Milenio, la Iglesia ha vuelto a ser Iglesia de mártires. Las persecuciones de creyentes –sacerdote, religiosos y laicos- han puesto una gran siembra de mártires en varias partes del mundo”. Así que el martirio se ha convertido nuevamente en novedad, cabe decir, casi en rutina. Aquello de que “la sangre de los mártires es semilla de cristianos” puede que vuelva a tener vigencia. Yo no sé si para la religión cristiana, pero sí para el martirio musulmán.

La noticia que llega es aterradora: “Tras preguntar a una amplia muestra de adolescentes de diferentes localidades de la franja de Gaza qué quieren ser cuando cumplas los 18 años, nos encontramos con que un porcentaje muy significativo aspira a ser shahid, mártir, lo que en el contexto local debe interpretarse como suicida. El 35 por ciento de los varones contestaron que su máxima aspiración consiste en convertirse en mártires, mientras que entre las chicas llegó al 14 por ciento, lo que nos da una media del 24,5 por ciento, lo cual es realmente preocupante”, señala el doctor Eyad al Sarraj.

Nosotros los llamamos aspirantes a Kamikaces, y están siendo preparados para ello, física y psicológicamente, no sólo por sus fanáticos alatoyad, sino también por quienes no se empeñan en arreglar lo que todavía puede ser arreglado. Ahí tenemos el caso de la posguerra iraquí, la cual nos ha dejado la cosecha de una asombrosa y diaria autoinmolación, y las consiguientes bajas para el contrario, para el invasor. Esto lo tiene claro el doctor Al Sarraj al diagnosticar que es “imperativo encontrar una solución al conflicto palestino-israelí, aunque también a lo que está ocurriendo en Irak, pues, si no, vamos a tener largas colas de candidatos para perpetuar acciones suicidas, no sólo aquí, sino en otros países árabes y musulmanes”.

La autoinmolación, para nuestra mentalidad occidental y cristiana, es un acto suicida. Lo vemos únicamente como un recurso político. Ellos lo ven de otra manera. Lo ven también como un acto religioso. El mártir cristiano no iba en pos de la muerte, aunque le llegara en el camino. El mártir musulmán santifica su muerte como venganza. Son, definitivamente, muertes distintas y con objetivos distintos, pero no estaría mal que los occidentales nos percatáramos para no seguir sembrando kamikaces.