Los especialistas

Autor: Adolfo Carreto      

   

     Todas las profesiones tienen sus especialistas y la profesión del periodismo no se queda para atrás. La medicina es un cúmulo de especializaciones y los galenos te auscultan y te mandan a otro colega, al que supuestamente es experto en tu dolencia o en el área de tu l

cuerpo maltratado. No digamos de los deportistas aun dentro del mismo deporte, que cuando les sacas de su área de influencia ya no pegan pie con bola. Las profesiones ya no se dan en estado puro y cada quien tiene que hacerse de una minúscula parcela de su profesión si quiere dar un paso adelante, es decir, si quiere triunfar.

     Todos tenemos que especializarnos y especializarse implica dejar no poco del saber general para concretizarse en un saber muy particular y concretizado. El “todero” es decir, el que servía para todo ya no sirve absolutamente para nada. Y ocurre en todos los ámbitos de la vida; no digamos en la informática. Y no digamos en el mundo laboral: hay que ser especialista en lo que sea para poder trabajar. Eso de decir, sé trabajar y además quiero trabajar ya no sirve absolutamente para nada. Ahora hay que decir, y demostrar, en qué se sabe trabajar. Y es bueno que así sea, aunque uno poco a poco vaya mutilándose de conocimientos y de destrezas.

     Pues bien, el rector de la Universidad Pontificia de Salamanca, Marcelino Arranz termina de alertarnos sobre la “falta de demanda de periodistas especializados en información religiosa por parte de la Iglesia. Y señala, y recalca, “por parte de la Iglesia”. Es un dato a tener en cuenta. Es como decir que la Iglesia prescinde de los especialistas en comunicación social, que cualquiera de sus religiosos o sacerdotes pueden ejercer esa profesión de manera efectiva. Y, en principio, pues así debería de ser, pues el púlpito ha sido desde siempre el gran medio de comunicación del que disponía la Iglesia para informar, adoctrinar, evangelizar. Y ese estrado, que durante tanto tiempo dio resultado, parece ya no estar a tono con los tiempos que corren.

     Pues eso, no hay demanda. Dice el rector de la Universidad Pontificia: “Si realmente hubiese una demanda por parte de las diócesis, de las órdenes religiosas o de otras instituciones de periodistas especializados en este ámbito, yo aseguro que dadas las características de las familias que envían a sus hijos a estudiar con nosotros, habría muchos más que escogerían esa especialización”. Porque la religión interesa, de eso estoy convencido. Solamente hay que ver cómo, cuando sale una novela sobre el tema religioso, termina convirtiéndose en best seller, aunque sea de poca monta. Así que la Iglesia debe ponerse las botas en esto de la especialización para después no quejarse de tanta mal información. O manipulación.