La sacralización de la tecnología

Autor: Adolfo Carreto          

 

     Estoy Convencido que las nuevas tecnologías son instrumentos valiosísimos para contribuir a la convivencia humana; también es verdad que, en no pocas ocasiones, pueden obstaculizarla. Sospecho igualmente que estas nuevas tecnologías han sido sacralizadas en exceso, o estamos sacralizándolas en exceso, convirtiéndolas a veces en fines, y no en medios, en apoyos, que es lo que deben de ser.

     Internet, por ejemplo, se ha convertido en un verdadero apoyo para la enseñanza, para cualquier tipo de enseñanza. La información que nos suministra la red, y la rapidez con que nos la suministra, son de un valor incalculable; pero, a la vez, no deja de tener sus riesgos: uno de ellos es el clásico cortar y pegar. Y esto viene convirtiéndose ya en vicio. De ahí que me haya contentado la noticia de que algunos educadores, y algunos centros educativos, vuelven a pedir a sus alumnos los trabajos hechos a mano.

     Escribir a mano no es asunto baladí, es como estudiar dos veces de una sola vez: cortar y pegar es, simple y llanamente, no estudiar, no recapacitar, no analizar; pero, sobre todo, y si se me permite, es algo asì como robar, como apropiarse de lo de otros para provecho propio. No se puede abusar de los medios, de las ayudas, en exceso; ni en educación ni en ninguna otra actividad. Pero, sobre todo, es necesario retornar de nuevo al concepto del esfuerzo, que es también, a mi juicio, parte de la educación, sobre todo de la educación más que de la instrucción.

     Es cierto que el alumno, aunque entregue el trabajo “a mano” puede extraerlo, cortarlo y pegarlo, de Internet o de cualquier otro sitio, pero como atestigua una educadora “así, por lo menos, aunque los copien de Internet, se les quedará algo. Además, de esta forma se intenta potenciar la escritura entre los jóvenes, además de saber cómo escriben los alumnos”.

      Y es que, con toda sinceridad, el estudiante de ahora tiene unas serias deficiencias tanto en la escritura, y no me refiero solamente a la ortografía, sino también a la hora de expresarse. Leer y escribir siguen siendo los dos apoyos más serios, y más disciplinados, de los que dispone el alumno a la hora de educarse.

     No es que el esfuerzo a como dé lugar sea una virtud intocable, se trata, eso sí, de saber compaginar ambas realidades. Cortando y pegando solamente no adelantamos mucho, acostumbramos al alumno a que todo sea fácil, y me temo que esa no sea muy buena táctica educativa.