La recuperación de la sonrisa

Autor: Adolfo Carreto    

    

     En muchísimas ocasiones tuvo que sonreír, inclusive reír a carcajada. No concibo a la Virgen María sin sonrisa. ¿Alguien concibe a una madre con el hijo en brazos sin sonrisa y sin morisqueta?. ¿Alguien puede concebir el momento supremo del alumbramiento sin esa sonrisa que nace con la nueva vida?. ¿Se le antoja a alguien con mala cara a la Virgen, con gesto eternamente adusto, con mirada perpetuamente entristecida, con cara de amargura como si se tratara del semblante más natural?. ¿Se imagina alguien a Jesús, niño, sin travesura; a Jesús, joven, sin alegría a borbotones; a Jesús, adulto, sin chistes en las reuniones con los suyos?.  Yo, desde luego, ni a la madre ni al hijo me los imagino tan deshumanizados que hayan desterrado de sus labios humanos la humana sonrisa.

     Nos han escamoteado la sonrisa de la Virgen y la sonrisa de Jesús. No sé quién se inventó el supuesto de que la sonrisa no es redentora y, por ende, no cabe en las facciones ni de la madre ni del hijo. Los Evangelios relatan muchos pasajes de misericordia, pero muy pocos de alegría desbordada. Los ángeles si cantaban ni explayaban su dicha en el momento del nacimiento, pero de ahí en adelante desaparecieron de los relatos, y con ellos las muestras de contento.  Solamente cuando las bodas de Caná se intuye una alegría desbordante y humana, tanto que la algarabía no podía fenecer por falta de vino. Pero de ahí en adelante una impresionante seriedad impregna todos los aconteceres. Quizá sea porque los Evangelios prácticamente se circunscriben a los últimos años, cuando la vida recorriendo caminos más complicados.

     Tampoco la teología, ni la catequesis, ni la literatura, ni los arrebatos místicos, ni la iconografía han prodigado en este aspecto maravilloso de la sonrisa, ni en la Virgen ni en Jesús. Nuestras iglesias están llenas de Dolorosas, de espadas clavadas en el corazón de la Madre, hasta siete, de Vírgenes con semblante desamparado junto a los desamparados. Son muy pocas las sonrisa que pintores y escultores han sabido colorear en el rostro de María. Y es una pena, porque quizá hubiésemos contemplado a la religión de otra manera.

     Ahora, una escritora italiana, Rosángela Vegetti, quiere sacar a flote la sonrisa de María, aunque asegura que sobre esa sonrisa no se sabe prácticamente nada: “Ese aspecto de su vida no entraba en las consideraciones culturales del tiempo, ni interesaba a los evangelistas para ponerlo en evidencia. Nos toca a nosotros descubrir todas las posibles ocasiones en las cuales la sonrisa puede haber señalado el rostro de maría o Jesucristo”. Y ocasiones debe de haber a montones, al menos a mi se me ocurren en cantidad.