La diserción silenciosa

Autor: Adolfo Carreto      

   

Se puede desertar de algo haciendo mucha algarabía, o se puede desertar silenciosamente, como quien no quiere la cosa, con dejadez. Y este último modo parece ser el estilo de la deserción actual de un gran número de creyentes católicos, “la deserción silenciosa”, según la expresión de los obispos latinoamericanos.

     El continente con mayor número de católicos comienza a resquebrajarse, y esto, lógicamente, angustia sobremanera a los jerarcas de la Iglesia latinoamericana. También a los de la iglesia europea, concretamente de la española, quienes han decretado la incredulidad de la nación. España, en materia de fe y de práctica religiosa, ya no es lo que era. Los señores obispos han emitido una carta pastoral en la que, inclusive y a su juicio, se diagnostica el por qué: medios de comunicación social incluidos, permisividad sexual incluida, y por ahí va.

     Mucha tinta ha corrido en estos últimos días al respecto. Eso de que vengan ahora los señores obispos y te echen en cara, de sopetón, que eres ateo, pues parece que a nadie le hace gracia. Pero la realidad parece ser esa. Gran grueso de la feligresía ha optado por la “deserción silenciosa”.

     Se han aducido cantidad de motivos, casi todos ellos externos, y no niego que esos motivos influyan, pero me parece poco serio que no se hayan enumerado ninguna de las causas internas. ¿o es que todavía continuamos creyendo que la culpa de los fracasos propios siempre son de los demás?. Vamos a ver: ¿sobre quién debe recaer la posibilidad de la evangelización y del empeño en evangelizar correctamente?. En un principio, los poderes públicos se oponían, y con mucha saña, a los evangelizadores, y la evangelización prosperó, es verdad que a causa de mucho sufrimiento y martirio, de mucha catacumba y destierro, pero prosperó. Y prosperó carente de una infraestructura como la de ahora, carente de un poder de financiación como el de ahora, carente de unos medios técnicos de información y divulgación como los de ahora. Así que se impone una revisión interna a fondo. Un Tercer concilio Vaticano, por ejemplo, en el que se analicen los signos de los tiempos de ahora.

     Porque, vamos mal. Lo dicen los señores obispos, tanto los europeos como los latinoamericanos, y si ellos lo dicen es porque tienen información. El obispo venezolano, Baltasar Porras, ha asegurado que el catolicismo ha sufrido una deserción silenciosa de fieles a consecuencia de las campañas emprendidas en su contra. ¿Sólo por eso, monseñor?.