La arremetida fundamentalista cristiana

Autor: Adolfo Carreto     

    

     Pensamos que los fundamentalismos religiosos no son de nuestra incumbencia. Achacamos los fundamentalismos a creencias que se alejan de la nuestra. Y esto se debe, entre otras razones, por la enorme influencia, y en ocasiones presiones, que las políticas han ejercido y continúan ejerciendo sobre algunas religiones. La violencia últimamente desatada, y alguna hasta en nombre de Dios, ha infundido la sospecha de que los fundamentalismos andan arropados en ciertos credos y que los cristianos no andamos por esos recovecos. Pues, al parecer, también. Y más concretamente dentro del mismo cristianismo. Podría decirse, inclusive, que en ocasiones hasta dentro del mismo catolicismo. En las últimas épocas no han faltado las tentaciones, en algunos obispos, de comenzar a caminar por caminos paralelos. El caso del francés Lefevre sea quizá de los más sonados. Otros intentos ha habido. Es decir, que las Iglesias nunca están exentas de los cismas. Y las excomuniones, por una razón o por otra, tampoco han sido excluidas.

     El caso que nos ocupa es el del auge de las nuevas tendencias evangélicas fundamentalistas, las cuales vienen arreciando sobre todo en el continente suramericano. Pensábamos que este tipo de fundamentalismos eran de exclusividad norteamericana. Es cierto que surgieron y se hicieron vigorosas en el norte americano y es verdad que allí las sectas es donde más han proliferado, pero también es verdad que ha habido una especie de exportación hacia el sur, un continente que tenía más de católico que de protestante. Pero hay especialistas que sostienen, además, que “se trata de una estrategia sistemática norteamericana para borrar la identidad católica latinoamericana”.

     Y donde más impacto están causando es en Brasil; dice la noticia que “casi la mitad de los 50 millones de evangélicos latinoamericanos se encuentran en el país, y la Iglesia Católica local no ha encontrado un camino pastoral de solución”.

     Ciertamente no se trata de echar las culpas a “una estrategia sistemática norteamericana” con el fin de que Latinoamérica pierda su verdadera identidad religiosa. Pero aunque así fuera, hay quejas dentro de los mismos analistas católicos, de que la iglesia brasileña católica, en concreto se encuentra en “un estado deplorable a consecuencia de las divisiones en el episcopado, a la falta del clero y sobre todo, a la dejadez de muchos ministros de la evangelización”. Si esto realmente es así, la autocrítica se hace necesaria. No es bueno lavarnos las manos siempre echando las culpas a los demás.