¿Hasta cuando "los curas terroristas"?

Autor: Adolfo Carreto          

    

Esta Nomenclatura del “cura terrorista” es evidentemente tercermundista y muy particularmente latinoamericana. Camilo Torres, el colombiano, dio la primera zancada y continuará siendo el símbolo. En los países altamente desarrollados no existe la figura del cura terrorista, o guerrillero, y si en esos países surge algún sacerdote con semejantes inclinaciones, necesita emigrar hacia el tercer mundo para ejercer “su profesión” de disidente social y armado. Afortunadamente, el cura armado como mandan los cánones de la guerrilla ya no se da. Aquella primera euforia ha ido pasando. Sin embargo, la nomenclatura todavía pervive.

     El terrorismo de los curas en los países desarrollados se da a otro nivel: al nivel moral, al nivel de algunos cuestionamientos teológicos, en el ámbito de disidencia con los prelados o a nivel del cuestionamiento de la política vaticana, intra y extra eclesiástica. Me he enterado que un sacerdote madrileño ha sido “deportado” a Cataluña por poner en entredicho algunos procedimientos de Rouco.

     Europa y Norteamérica han sido escenario de este tipo de teólogos “disidentes”, o pastoralistas disidentes, o liturgistas disidentes, los cuales tienen algunos nexos con la ya no tan publicitada Teología de la Liberación. Aunque, en honor a la verdad, sus planteamientos teológicos  apuntan hacia aspectos más tradicionales del dogma y la moral. Mucho se escribirá y se discutirá sobre el tema moral de moda: el homosexualismo y las uniones matrimoniales. Y disidentes sobre la tesis moral de la iglesia al respecto ya están comenzando a surgir.

     Pero no son terroristas sino disidentes. No son cabezas calientes, sino intelectuales “extremadamente” avanzados. No son políticos sino catedráticos. No viven en medio de los cinturones de miseria sino metidos en el claustro o en las aulas para el diagnóstico intelectual. Y, por supuesto, son mucho menos “populares” que estos otros teólogos y curas guerrilleros.

     Lo avanzado en el tercer mundo con respecto al quehacer teológico va más en la línea de la justicia social, entre la cual, evidentemente, hay que introducir lo político. Inclusive, en este aspecto las diferentes Conferencias Episcopales han producido documentos de valía sin igual, e Y en abundancia. Por colocar un ejemplo, el caso de la Vicaría de la Solidaridad, chilena, fue encomiable al respecto.

     La propaganda en contra de esta corriente de pensamiento y acción de la Iglesia católica ha dado sus frutos. Es posible que, en casos aislados, haya habido excesos, pero es igualmente cierto que se ha querido englobar el fenómeno en un todo que involucra a prelados, religiosos, religiosas, sacerdotes y laicos como agentes de un no sé qué poder oculto que trabaja para desvirtuar a la Iglesia. De todo hay en esta viña.