Es profeta el Papa?

Autor: Adolfo Carreto         

   

     En la visita que hiciera a Japón, en febrero de 1981, Juan Pablo II, el Papa dejó escapar una frase que, por tratarse de quien la dijo, no deja de ser asombrosa. Dijo Su Santidad: “El nombre de la ciudad japonesa de Hiroshima se ha constituido en símbolo de los peligros hacia los que se dirige toda la humanidad, si no logra superar la terrible tentación de dominar a los demás por medio de la destrucción nuclear total...”.

     También por aquellos días el entonces presidente norteamericano Ronald Reagan se presentó ante el Congreso de su país y afirmó tajantemente que la entonces unión Soviética tenía “una enorme ventaja numérica significativa sobre Estados Unidos en armas nucleares y de otra clase, que amenaza a la seguridad norteamericana”. Y señaló: “Creo que mi deber como Presidente requiere que yo recomiende aumentos en gastos de la defensa en los próximos años; la Unión Soviética ha invertido 300.000 millones de dólares más en sus fuerzas militares que lo que hemos hecho nosotros”.

     Por otra parte, y también por aquellas fechas, comenzó a divulgarse la posibilidad de sembrar a Europa de bombas de neutrones, de decir, de aquellas denominadas “solo mata gente” ¿recuerdan?, ideadas con el propósito de que, en caso de ser utilizadas, no se derrumben los edificios, no desaparezcan las grandes obras de arte, pero sí sucumban todos los seres humanos que se encuentren bajo su radio de acción, como si el ser humano no fuera la obra de arte más perfecta creada por la naturaleza.

     Todo esto acontecía en el mes de febrero de 1981, cuando Juan Pablo II dijo en Hiroshima que esa ciudad había conocido “el particular horror de la destrucción durante la última guerra”. Pues bien, en esa ciudad  el Papa rezó: “La paz sea contigo”. Y se me antoja que ese deseo de paz venía dirigido a todos nosotros, a todas las personas de buena voluntad, quienes tenemos que soportar el dantesco fenómeno de lo que acaece diariamente. Y más en estas fechas navideñas, y más en esas latitudes donde Jesús de Nazaret nació para pregonar la paz.

     No sé si el Papa será profeta, pero entre las dos posibles profecías en Japón, la de que “el mundo se mueve hacia la destrucción total”, y la de que “la paz sea contigo”, preferimos quedarnos con la segunda. Al menos ese es el deseo de todas las personas en estos días, cuando nos abrazamos y nos deseamos, de verdad, de corazón, todo lo mejor. Y nada mejor que la paz. La paz física y la paz espiritual. Es lo que les deseo.