El Papa y los rabinos

Autor: Adolfo Carreto       

    

Me alegra sobremanera que dos famosos rabinos israelíes hayan acudido hasta el Santo Padre para que les eche una mano. Y más que nada me alegra que Juan Pablo II les haya dicho que sí. Esta doble actitud es un signo de reconciliación que no tiene desperdicio. De parte y parte lleva implícita una conclusión: que la Iglesia católica, como tantas veces se ha inculcado, no fue la inventora de la juedeofobia; algunos historiadores aseguran que la judeofobia comenzó precisamente con los primeros hebreos, hace cuatro mil años; y segundo, que el cristianismo, y el catolicismo en concreto, si auspició durante mucho tiempo el sentimiento antijudío. No olvidemos aquella expresión que tanto sonó en la liturgia católica: los pérfidos judíos. Así que la respuesta afirmativa de Juan Pablo II a los dos rabinos me parece de singular importancia para ambas partes.

     Es una realidad que la fobia, es decir, el encono, el odio hacia los judíos ha existido y continúa existiendo. Me veo obligado a resumir el fenómeno con las palabras de un eminente judío, el Dr. Gustavo D. Perednik: “Odios contra grupos siempre existieron. Pero en nuestro estudio partimos de la base de que el despecho con los judíos es único. Los judíos fueron odiados en sociedades paganas, religiosas y seculares. En bloque, fueron acusados por los nacionalistas de ser comunistas, y por los comunistas de ser capitalistas. Si viven en países no judíos, son acusados de dobles lealtades; si viven en el país judío, de ser racistas. Los judíos ricos fueron agredidos y los pobres maltratados. Cuando gastan su dinero son resentidos por ostentosos; cuando no lo gastan son despreciados por avaros... Cientos de millones de personas han creído por siglos que los judíos beben la sangre de los no judíos, que causan plagas y envenenan pozos de agua, que planean la conquista del mundo, o que asesinaron al mismísimo Dios”.

     Si esta es una creencia generalizada, una leyenda negra, evidentemente el pedido de los rabinos al pontífice de la cristiandad está más que justificado. Concretamente han solicitado al Papa “promover una campaña en las Iglesias de todo el mundo, un día al año, contra la judeofobia”. Dice la noticia que “la iniciativa de los rabinos coincidió con una ola de agresiones contra instituciones israelitas y residentes judíos en Europa y en Turquía, alentados, según Israel, por militantes de izquierda y extremistas islámicos que se solidarizan con los palestinos”. Y esto ya tiene otro sabor: huele a condimento político, huele al enfrentamiento en el Medio Oriente, y huele a mucha violencia y odio de por medio, de parte y parte.

     Pero si obviamos lo político, y nos apuntamos contra la judeofobia porque sí, yo me anoto también a ese día de campaña. Y a los que hagan falta. Para acabar no sólo con los malos entendidos sino contra las fobias. Contra todas.