El Papa de los atentados

Autor: Adolfo Carreto          

    

Cuatro son los atentados que lleva en su haber Juan Pablo II, que yo sepa. Quizá sean más. Quizá posiblemente de algunos nos enteremos más tarde. El último que recuerdo fue muy singular: un supuesto sacerdote atenta contra la vida del Sacerdote. Y siempre sale a flote el mismo argumento: el no estar de acuerdo con las ideas. El supuesto sacerdote con vocación de asesino ha atentado contra la propia cabeza. Posiblemente creyera que, tocando a la cabeza, dañaría al cuerpo completo: pura teología paulista del cuerpo místico. O quizá pensase que aniquilando a la cabeza resucitaría el resto del cuerpo: pura insensatez.

     Muchas cosas se dijeron del supuesto papicida: su nacionalidad, su correteo por seminarios y conventos buscando no sé qué paz interior, su deserción de las ideas “católicas”, su afición al carisma del rebelde Lefebre, su inteligencia, su peculiaridad en el buen vestir y miles de cosas más. Seguro que este personaje será tema de alguna próxima novela o de alguna película de las de taquilla segura. Y seguro también que el susodicho habrá dejado su nombre, José Fernández Krol, escrito, desgraciadamente, en los libros de la historia de la iglesia.

     Ser Papa está volviéndose cada vez más peligroso. Se busca ya la muerte de un Papa, sobre todo de éste, como si se tratara de cualquier peligroso individuo que intenta poner en vilo la estabilidad social. Y he aquí que los Papas, y éste en concreto, lo único que intenta, que es bastante porque es todo, es elevar su voz para que la violencia pueda ser arrojada del mundo. Paz y Amor, ambos con mayúscula, es el único eslogan que intentan predicarnos

     Este atentado, al menos externamente, fue un caso de violencia eclesiástica: un “eclesiástico” para los ojos entendidos en legalidades de ordenación sacerdotal se volcó contra la propia cabeza de la Iglesia. Pero esta cabeza continúa en pie. Entiéndase bien, ni siquiera se trata de la cabeza de un Papa sino del  Papa en cuanto cabeza. Podrán venir disparos, podrán esconderse dagas traicioneras bajo sotanas, podrán incluso prosperar los disparos y los cuchillos contra la persona de un Papa, pero no contra el Papa.

     En muchísimas ocasiones hemos condenado la violencia y hemos dicho que es tan peligrosa la de extrema derecha como la de extrema izquierda. Muchas personas lo dudaban. Ahora bien, este José Fernández Krol se ha atrevido a decir: “cuidado con nosotros, si nuestras ideas no prosperan, sacaremos los cuchillos”. Cuándo nos percataremos de que la violencia es la menos válida de las razones para intentar probar la razón. No creo que este tipo estuviera loco, a no ser que a los extremos únicamente puedan ingresar los locos. Si es así, sí lo creo.