El parlamento de las religiones

Autor: Adolfo Carreto          

       

     Existe lo que se denomina el Parlamento de las Religiones del Mundo. Este organismo interconfesional nació en Chicago, allá por el año 1893. Su objetivo era erradicar, reuniendo a representantes de todas las religiones y creencias, el desentendimiento, los malos entendidos, la cooperación, y el diálogo. Eran tiempos aquellos cuando todavía no se creía que la pugna religioso política actual podía llegar a tal extremo. Se trataba de una especie de Ecumenismo antes de que el Ecumenismo, tal y como lo propuso la Iglesia católica, se pusiera de moda.

     Dicen que la Iglesia católica no ha prestado mucha atención a lo largo de los años a este Parlamente de las Religiones, pero en esta oportunidad si va a enviar a un representante a Barcelona, donde el evento se efectuará entre los días 7 y 13 de junio en el monasterio de Montserrat, al recodo de esos picachos de piedra maciza, en donde el gregoriano suena a un ritmo muy catalán y donde todos los días suena el virolai, que es la oración cantada a la “Rosa de abril, murena de la Serra”, a la Moreneta, a la Virgen de Montserrat.

     Allí se verán las caras el Dalai Lama, monseñor Ruiz, obispo mexicano de Chapas, posiblemente el cardenal Edward Idris Cassidy, quien funge de presidente del pontificio Consejo para la Unidad de los cristianos, y un representante del arzobispo de Barcelona. También los teólogos Hans Küng y Raimond Panikkar. Así que la representación católica no es de poca monta.

     Yo, la verdad, veo estupendamente estos encuentros: que los líderes religiosos hablen, canten, mediten, convivan y se conozcan. Pero, sobre todo, que los lideres religiosos se entiendan, ya que no se entienden los lideres políticos. El Presidente de dicho Parlamento, Dirck Ficca, ha confesado que esta es la “forma de resolver los problemas de violencia y terrorismo y los enfrentamientos armados entre culturas, o entre Oriente y Occidente”.  Si no se pasa por “el diálogo para llegar al conocimiento del otro, para conseguir la mutua confianza y asentar las bases sólidas para la convivencia”, no hay nada que hacer. Y yo también lo creo.

     Tiene la ventaja este parlamento que no van a negociar políticamente nada, pero quizá sí lo negocien religiosamente, y ese es un negocio mucho más rentable y, posiblemente más duradero. Hasta ahora los parlamentos políticos parecen haber empeorado las cosas. Demos un voto de confianza a los parlamentos de creyentes, pero de creyentes de verdad, de quienes creen que de verdad la Verdad es la única verdad.