El niño mamando

Autor: Adolfo Carreto          

 

         El niño mamando es pornografía, y si no pornografía, mal gusto. Lo han dicho las autoridades británicas, y ya. Se le han unido las irlandesas. Y es que el puritanismo también tiene sus geografías, no solamente territoriales sino también mentales. Tanto las autoridades británicas como las irlandesas han decidido suprimir “una escena del anuncio preparado por el parlamento europeo para animar a los habitantes del viejo continente a depositar su papeleta en las próximas elecciones”. Solamente esos dos países lo han vetado. El resto, incluidos los diez nuevos miembros, les han dado el visto bueno.

     Se me antoja que una mujer amamantando a su hijo o un bebé apropiándose del natural alimento que le brinda la naturaleza de su madre es una de las estampas más bellas y más sagradas. Varios pintores recurrieron a este recurso para estampar el momento en el que la Virgen daba de mamar, que así es como hay que decirlo, a su hijo. Y nadie se escandaliza por ello. Pero los ingleses y los irlandeses sí. ¡Vaya por Dios!.

     Y es que estamos confundiendo las cosas: confundimos lo natural con lo comercializado, confundimos la pornografía con la maternidad, confundimos el amor con el simple y escueto deseo. Y una ética, anclada en esta dicotomía, dudo que pueda perdurar.

     Tanto y tanto anuncio comercial digno de censurar pasa como si nada. Y pasa como si nada porque el dinero es todopoderoso, como aseguraba Quevedo. Tanta y tanta desfachatez que vemos, oímos y leemos en prensa, radio y televisión no amerita la más mínima censura. Pero leso de ver a una joven madre amamantando a su hijo parece ser un pecado imperdonable, no apto para la sensibilidad moderna, cuando en realidad no solamente es una virtud sino que debería ser promocionado, inclusive contra la comercialización de tanto producto de consumo para bebés que carecen no solamente del nutriente que proporciona la leche materna sino, y sobre todo, del amor con el que la madre entrega al hijo lo que es de su exclusiva propiedad y sin contaminación alguna.

     ¿Qué el público se ofende por ver dar de mamar a un bebé en público?. ¡Pues que se ofenda!. ¿Por qué no se ofende de toda la pública violencia que se derrocha y de toda la pública pornografía publicitaria que sin recato alguno se exhibe?. Yo creo que los gobiernos del Parlamento Europeo deberían dedicarse a otras muchas prohibiciones, más nefastas, más perniciosas. A los ingleses se les ha ido la mano de la ética y a los irlandeses, más. Y pienso que la iglesia debería entrar también en este debate, al menos para honrar la maternidad de la Virgen.