El nacimiento se centra en la familia

Autor: Adolfo Carreto          

    

    La idea de Francisco de Asís de escenificar el nacimiento de Jesús fue tomando popularidad y extendiéndose, primero a Francia, luego a España. Cuando el nacimiento dejó de ser viviente y se convirtió en representación de figuras de barro, España lo exportó a Latinoamérica, durante los primeros años de la conquista. Sin embargo, es bueno recordar que todavía hoy, en muchos pueblecitos europeos, italianos, franceses, españoles, portugueses, y en muchos pueblos latinoamericanos conti9nùan realizándose estos nacimientos vivientes, tal y como los imaginó y les dio vida Francisco de Asís.

     Si es nacimiento  es porque alguien nace, y porque alguien nace en el seno de una familia. Mamá, papá, hijo. El hijo es el centro del acontecimiento, porque en nuestro caso, el hijo no es cualquier hijo, sino el Hijo de Dios. Pero nace dentro de una familia.

     Es curioso, viene como el “enviado”, como “el salvador”, como el “Rey de reyes”, y no tiene lugar donde nacer. Su familia es una familia en peregrinación, hoy diríamos en emigración. No nace en su pueblo. No nace en su casa. No hay felicitaciones de familiares en el momento. Nace fuera de su entorno porque sus padre, María y José, han tenido que salir del pueblo para cumplir una obligación: censarse, empadronarse. Pero, a falta del cariño y felicitaciones familiares, José y María, y el Niño, reciben los parabienes de unos pastores. La familia de Jesús, en el momento de su nacimiento, se integra a una familia de pobres, trabajadores, gente que duerme su sueño al lado de sus rebaños.

     Los Evangelios poco nos dicen al respecto. La imaginación popular, a través de los siglos, ha añadido incontables detalles. Lo que sí sabemos es que Jesús era hijo de un carpintero y que su madre era una señora del común. Nunca se nos cuenta qué tipo de vida llevaban, pero es fácil intuir que se trataba de una vida corriente, nada sobresaliente, nada telenovelero: una familia de trabajadores que para sostenerse tenian que darle duro al trabajo.

     El acontecimiento del nacimiento de Jesús durante mucho tiempo debió pasar en el olvido. José y María no se dedicaron a proclamar a los cuatro vientos ni la forma ni el modo, ni si los magos venidos de Oriente le regalaron oro, incienso y mirra. El oro, el incienso y la mirra, más que regalos, fueron símbolos inventados por la literatura posterior para afirmar la realeza de aquel niño nacido dentro de una familia pobre y fuera de su propia casa. Lo que realmente centra el acontecimiento es el hecho de ser familia: padre, madre, hijo.