El fútbol

Autor: Adolfo Carreto   

 

 

Es inevitable: comenzó la Copa Europea de Naciones y hay que hablar de fútbol y hay que hablar, sobre todo, a lo que en estos momentos rodea a un evento de tal envergadura y de tanta devoción universal. Portugal se ha convertido en escenario mundial de un deporte que es mucho más que deporte: es entretenimiento, por supuesto, pero es también religión en la cual habrá canonizaciones, esto es, futbolista consagrados, y habrá condenaciones, esto es, futbolistas desautorizados. Pero es, además, negocio al más alto nivel, mercancía al más alto nivel, publicidad al más alto nivel.

     Pero sobre todo hoy día un espectáculo como éste con su dosis de larga duración, es, además de diversión, de posibles euforias nacionalistas, un espectáculo avocado al posible terror, cabe decir, al infame terrorismo. Es el fantasma que nos acecha. No habrá, durante un largo trecho, evento mundial de envergadura que no vaya signado por el atentado a gran escala, por la venganza contra quienes no tienen ni arte ni parte en los conflictos, con aquellos que únicamente anhelan entretenimiento en paz. Dicen que la seguridad está garantizada pero no hay nadie que pueda, a estas alturas, desgarantizar la angustia, el no saber si luego del partido podrás regresar a casa, aunque sea con la derrota de tu equipo.

     Estamos en días de euforia signada por el fantasma de lo posible. Y no quiero que en Portugal ocurra ni lo de Madrid ni lo de Nueva York. Yo nací en la ribera del Duero, que es lo mismo que en la ribera con Portugal, y lo traspasaba a nado para encontrarme con ese amor primerizo que terminó siendo arrastrado por las aguas luego de un accidente en barquichuela. Y eso jamás se olvida. Y tampoco se olvida el primer premio literario que recibí: Llanto por Lisboa, boa. Fueron mis segundas lágrimas feitas en Portugal a causa de la tragedia de aquella riada. Y estos días no quiero lágrimas a causa de muertes en Portugal, sobre todo si se trata de esas muertes que no tienen sentido.

     Eso sí, quiero fútbol, quiero ausentarme por unos días, aunque suene a egoísmo, de esta noticia diaria de muertes, violencias, guerras, mezquindades, incongruencias, desequilibrios. Porque si las cosas continúan así vamos a terminan agotando la sensibilidad humana que todos llevamos dentro.

     Yo, claro, quiero que gane mi equipo, ¡quién no!, pero sobre todo quiero que gane la sensatez, el optimismo, el sentir que podemos continuar andando por la vida sin tropiezos, aunque sea camino de un campo de fútbol. En Portugal o donde sea.