El agua

Autor: Adolfo Carreto            

 

 

           Ya lo sabemos: en Marte, el planeta rojo, ese lugar donde quiere enviarnos Bus a todos, tuvo en su tiempo agua. Ese cráter que nos muestra la fotografía, fue en su tiempo, ¿cuánto tiempo hace?, un gran lago. Nos lo ha dicho el Opportunity una vez que amartizó, así se dice, en el planeta. ¿Cuántos más lagos hubo?. Lo iremos sabiendo. ¿Qué otras cosas iremos sabiendo?. Pues no lo sé, pero de seguro que muchas más.

     Se sobre entiende que si hubo agua, y en cantidad, pudo haber otras muchas cosas todavía no desveladas, no sé si parecidas a las de la Tierra, que es nuestra casa, pero por ahí andan. Quizá consigan también otras muchas cosas que no hubo en la tierra, o que no sabemos que las hubo, pero para algo servirán. Quienes le echan cabeza a estos asuntos siempre terminan descubriendo el para qué de las cosas.

     Lo que preocupa es que algún día la Tierra, nuestra casa, se convierta en un museo de cráteres secos, u algunos dicen que por ese camino vamos. Quizá habrá que transitar muchos miles de años, quizá millones, pero hacia esa desolación avanzamos. Y no parece preocuparnos. ¿Cómo pensar, por ejemplo, que el verdor de Galicia se convierta en un erial, cómo sospechar que las aguas calientes y turísticas de el Mediterráneo se evaporen para siempre, cómo no seguir pensando en la sombra de la copa de un árbol, en el riachuelo que todavía sirve para truchas, en la fuente donde aún cantan las ranas, en los nidos de las zancudas cigüeñas que todos los años se van, y todos los años regresan, en la lluvia que, aunque a veces cae demasiada y arrasa, continúa sirviendo para florecer los campos, para dar vida y germen a los sembradíos, para que sigamos recordando todo lo que es vida y lo que ella significa.

     Nos dicen que hubo agua en Marte, y posiblemente mucha pero es muy posible que nunca más vuelva a haberla, a no ser que la llevemos desde aquí, y embotellada, en la entraña del Opportunity. Y es que hay recursos renovables que ya no puedan renovarse a sí mismos porque no les permitimos que se renueven. Lo que induce a pensar no solamente que estamos degradando nuestro sitio sino que estamos destruyendo una creación que había sido creada para la vida.

     La llegada a Marte ha sido menos espectacular que la llegada a la Luna, quizá porque la Luna siempre nos fue más cercana y más con rostro de romanticismo, pero tampoco en la Luna se ha encontrado mucho. Habrá que seguir buscando y a ver si conseguimos un lugar con agua de verdad, que riegue de verdad y que nos empape cuando llueva. Y no nos haría falta encontrarlo si cuidáramos el que ya tenemos.