Cuando Paul McCartney cantaba en la Iglesia

Autor: Adolfo Carreto      

 

 

Aunque la noticia dice que fue en los años de su juventud, pienso que fue un poco antes: durante los primeros años de su adolescencia. Porque Paúl, al igual que sus compañeros de Liverpool, esto es, los Beatles, derrochaban juventud cuando ya cobraban millones por sus presentaciones musicales, sus discos, su pelo largo (no tan largo al principio): por su fama.

     Paul compuso una canción que entre todos hicimos famosa: Penny Lane. Era el nombre de su barrio. Y a sus orígenes regresó para asistir, como testigo padrino del matrimonio de su hermano. Nadie se había olvidado de Paul en Liverpool y menos en Penny Lane. Ni siquiera el pastor anglicano que ofició la ceremonia. Y como casi siempre ocurre en estos casos, las palabras del reverendo Bill Harrington, estuvieron centradas más en la fama del Beatle que en los contrayentes. Según la noticia, el reverendo dijo: “Paul solía cantar en su juventud en la Iglesia por diez chelines.

     ¿Sería quizás una indirecta?. ¿Sería una especie de provocación piadosa?. ¿Estaría insinuando el reverendo Harrington que los asistentes solicitaran del Beatle McCartney una actuación gratuita?. Porque, en aquellos tiempos, bueno era cobrar diez chelines, pero ahora...

     Son cosas que pasan. Esto de ser una especie de “monaguillo” puede convertirse en noticia después de tantos años. Y es que las noticias son así, o hacemos que así sean. No importa tanto lo que se hace lo que se dice, cuanto quien lo hace, lo hizo o lo dijo.

     En más de una ocasión he sentido ganas de comprar la música de los Beatles con ciertas cadencias de música religiosa, y en más de una canción de los famosos de Liverpool la cadencia gregoriana ante de por medio. Nada extraño. En Inglaterra hay muy buenos monasterios que acarician con su muy buena y cadenciosa y reconfortante música sagrada. Como la de los Beatles, la cual no es tan ruidosa como algunos depredadores nos quisieran hacer creer.

     Algo de la cadencia musical de la iglesia de Penny Lane se le pegaría a Paul McCartney. Y algo de nostalgia debió de sentir al volver otra vez al antiguo templo y escuchar el sonido de un órgano que muy posiblemente lo acompañó en los años adolescentes. Y es que la niñez y sus cosas la llevamos siempre prendida en el cuerpo y en el alma: puede tratarse de una canción, puede tratarse de un pájaro, puede tratarse de una tormenta, puede tratarse de quien un día llegó furtivamente al pueblo, y como llegó, se fue. De todas estas vivencias pueden surgir canciones, y cuando se ha sido monaguillo quedan muchos posos de iglesia en el sentimiento.