¿Cuando comienza la vida humana?

Autor: Adolfo Carreto

 

 

Si la religión no va contra la ciencia, y en principio no va, ni puede cerrar los caminos de la ciencia y sí valerse de ella para aclarar sus principios dogmáticos, que no es lo mismo que cambiarlos, la religión tendrá todavía mucho que aprender de la ciencia. Y debe de hacerlo con humildad, sin oponerse a priori, sopesando los avances científicos, analizando los pros y los contras y otorgándole, en principio, carta de buena voluntad.

     Sabemos que la Iglesia católica condena, por principio, el aborto, ya que la iglesia católica favorece y aupa, también por principio, la vida humana. Este pensamiento no es exclusivo, por supuesto, de la iglesia católica y sí de un sin fin de instituciones de todo tipo, de personas de todas las creencias, de personalidades, inclusive, que se autodenominan agnósticas, igual que de científicos de reputada seriedad investigativa. Y, sin embargo, el problema siempre está latente: ¿cuándo, realmente, comienza la vida humana?.

     La Universidad Central de Venezuela ya hace años se planteó este interrogante a nivel científico. Latía, en el fondo de este planteamiento, el problema del aborto. La opinión del doctor Carrera Michelli, opinión considerada como la respuesta médica, fue tajante: “la vida humana se inicia al comenzar el desarrollo de las funciones cerebrales, al igual que se considera a una persona muerta cuando se le paralizan las funciones cerebrales, aunque siga en ese momento latiendo el corazón”.

     Querámoslo o no, sale a la palestra una distinción. La distinción entre la vida simplemente dicha (vegetativa) y la vida humana, esto es, la vida como personalidad o como posibilidad de personalidad. Y es evidente también que el planteamiento religioso no se agota en esta aseveración científica. La pregunta continúa latente: ¿y al cortar la vida simplemente dicha a un feto no se le está anulando igualmente la posibilidad de la vida humana, esto es, la posibilidad del desarrollo de la personalidad?.

     La ciencia tiene mucho que decir para el esclarecimiento de los principios religiosos, pero también la religión tiene mucho que apuntalar a la ciencia. Porque en el ser humano no se puede separar la vida simplemente dicha de la vida humana. Para que existe vida humana tiene, en primer lugar, que existir vida.

     Ciencia y religión pueden darse la mano, deben darse la mano, y no actuar independientemente y por prejuicios. Los prejuicios siempre enturbian a la inteligencia, también a la fe.