Brindemos

Autor: Adolfo Carreto     

 

 

Hay que hacer un alto en el camino. Hay que dejar a un lado los desastres no solamente para darnos cuenta de que la vida debe continuar, sino de que debe seguir mejor. Por eso, en estas fechas, yo levanto también mi copa material llena de felicidad espiritual y brindo con ustedes por todo lo bueno, por todo lo pequeño, por todo lo hermoso que se esconde en nuestro mundo y que a veces nos asusta descubrir.

     Brindo con el corazón en la copa por el niño que está naciendo y por el anciano que hace tiempo le marcó el camino. Brindo por el pájaro libre y por el amor que comienza. Brindo por ese corazón esculpido casi a escondidas sobre la corteza de un árbol o dibujado con spray en la pared de en frente, esos corazones que nos gritas que hay dos que se aman. Brindo por el riachuelo no contaminado, por las olas del mar que nos hacen descansar un fin de semana, por la vela aromática adquirida para  perfumar cualquier rincón de la casa, por las matas regadas día a día, aunque no sean de navidad, que lucen naturaleza silvestre en nuestro propio balcón . Brindo por las estrellas de todos los cielos que nos indican el camino hacia la libertad. Brindo por los montes, allá en los Andes, allá en los Pirineos, allá en el Himalaya, por todos los montes que hay y que perduran, que nos acercan no sólo a las nubes sino a la inmensidad. Brindo por todo lo que casi no se brinda. Y, especialmente, brindo por el ser humano, por usted que es bueno, que puede serlo,  y mientras podamos continuaremos creyendo en la esperanza.

     No quiero enviar ninguna tarjeta de protesta navideña, aunque ganas me quedan. Prefiero, como muchos de ustedes, seguir con mis vírgenes, con mis niños Jesús, mis pesebres un poco dulzones, mis angelitos y mis campanitas, mis paisajes con nieve que nunca se derrite porque la nieve navideña lo es de calor, de amor, de símbolo, de blancura, de pureza de espiritualidad.

     Prefiero todas estas pequeñas, insignificantes, diminutas cosas, a esas otras grandes realidades que tanto nos atormentan: hambre y guerra, corrupciones y terrorismo, dictaduras y democracias falsas, desajustes sociales, conflictos políticos, masacres en el Medio Oriente o en cualquier otra latitud. Prefiero, de verdad, estas pequeñas cosas nuestras, porque son las que, en definitiva, nos ayudan a conseguir la paz.

     Y con todas ellas juntas, brindo con ustedes, y se las envío en una pequeña tarjeta navideña que dice: Felices Pascuas y próspero Año Nuevo.