Regalo de Navidad

Autor: Adolfo Carreto   

 

 

En principio, la verdad, no parece mal regalo: hacer desaparecer de la pantalla chica la basura. Y es que la basura debe desaparecer de todas partes, no sólo de las televisoras, no sólo de lo programado sino también de lo no programado. Existe mucha basura con aura de libertad inundando el ambiente. Quiero decir, que los pecados ecológicos no se dan únicamente contra la naturaleza, se perpetran también contra la sociedad, y esos parecen no asustar tanto. Se ha hablado muchas veces sobre la ecología del espíritu y no está nada mal que comencemos a ponerla en práctica.
Ahora comenzará el siguiente paso, discutir hasta la saciedad que es basura y qué no lo es, cuanta dosis de basura podemos consumir sin que nos lleve por delante, si la basura atenta contra la libertad o es la libertad la que atenta contra la basura. En fin, todas esas cosas a las que hay que sacarle punta moral.

 

No estoy de acuerdo con las censuras porque toda censura siempre lleva escondidos otros males, pero este acuerdo al que parece están llegando el gobierno español, las televisiones públicas y privadas y buena parte de los ciudadanos, repito, suena bien: se trata de la protección de la niñez y la adolescencia, que bastante desprotegida la tenemos, se trata, dicen, de corregulación más que de autorregulación, pero pienso que corregulación sin autorregulación, es decir, sin el convencimiento sincero de cada quién, no da para mucho.


La televisión española, es verdad, emitía hasta la saciedad programas programados para enlodar. Y cuando se paga para enlodar y, lo que es peor, se cobra por dejarse enlodar, es ya una desfachatez.


No sé si de ahora en adelante veremos menos sexo desexado o menos escenas macabras de guerras macabras, o menos insultos y descalificaciones que llevan por delante el escudo legal de lo “presunto”, o menos ídolos que idologizan, o menos morales arbitrarias que inmoralizan; no sé, de verdad, que es lo que nos echarán de ahora en adelante. Otros trucos vendrán, lo veremos. Otras excusas aparecerán, que sí. Pero al menos el intento, y también al parecer la buena intención de las partes, vale la pena. Se trata de eliminar programas o escenas que puedan perjudicar seriamente el desarrollo físico, mental o moral de los menores así como fomentar el odio, el desprecio o la descriminación. Si esto se logran no es pequeño el regalo que nos brindan estas navidades. Y habrá que apoyar estas iniciativas, también desde el púlpito, porque si esto no es apoyado por quienes tienen la obligación de apoyarlo el resto de las quejas y de las reivindicaciones suenan a falso.

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