El color de Cristo

Autor: Adolfo Carreto   

 

 

De buenas a primeras los británicos nos han dicho que Jesús de Nazaret era negro y, ala, a creerlo. La verdad que a mí ni me va ni me viene. Nunca he tenido esas debilidades que a veces prodigan los colores, y menos cuando se trata de los colores de la piel. Para mí todos los colores cantan y cuentan, y si es asunto de creencia, cuentan y cantan más.

     Muchas veces me he referido al color de las Vírgenes, me refiero al color de las tallas de las Vírgenes porque morenetas, morenitas, bronceaditas o gallardamente negras las hay por doquier. En la ermita de mi pueblo hay una a la que llamamos la Virgen del Castillo y muy bien pudiera ser que algún rostro moro anduvo por aquellos parajes cuando los moros andaban por casi todos los parajes españoles. No digo nada de la Moreneta, que desde que me topé con ella, yo mozo, en la serranía de Montserrat quedé prendado. Así que cada quién tenemos una Virgen negra de nuestra procedencia y a la que nos aplicamos no a pesar del color sino precisamente por ese color. Por eso el descubrimiento o corazonada de estos científicos británicos no debiera asombrarnos: de tal Madre tal Hijo.

     De Jesucristo y de la Virgen tenemos imágenes, tallas, pinturas y partituras de todas las geografías, de todas las etnias, de todas las razas, de todos los rasgos y de todos los colores, y a cada cual el color que mejor le queda es el color del lugar. Dicen estos científicos británicos que en aquel tiempo, es decir, cuando nació Jesús “la población de Belén era principalmente una mezcla de etíopes, egipcios y babilonios, todos ellos provenientes de África central”. Puede ser, lo que me llama la atención es que hayamos descubierto el color natural de Jesucristo ahora, en el siglo XXI, luego de tanto dime y direte a través de la historia. Pero vuelvo y repito, no importa, que el color de la piel no hace al monje. Tampoco vamos a caer en la trampa de que el blanco es el más inmaculado, porque, de hecho, es el que más airea la mancha.

     Pues bien, todos contentos. Este descubrimiento no nos ha descubierto nada, al menos no a mí. Eso sí, que no se utilice ahora para volver a discriminaciones, inclusive a discriminaciones religiosas por culpa de un color. Esto es importantísimo tenerlo en cuenta, y en estos días, cuando pareciera que están resucitándose otra vez las guerras de religión, que vale tanto como decir los fanatismos por creencias y por colores, velos y otras simbologías. Por eso prefiero que Jesucristo pueda ser apto para todos los colores.

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