Es un pecado no hacerlo

Autor: Adolfo Carreto   

 

 

Me ha sorprendido la noticia, tengo que admitirlo: eso de que la Iglesia, y desde el Vaticano, dé el visto bueno, es decir, el nada obsta, a un libro a un libro para animar a sus feligreses a practicar el sexo con más asiduidad, es algo que no entraba en mis cabales. Y creo que en los de muy pocos. Tal así que los autores, dos teólogos, comienzan afirmándolo: “Cuando la gente piensa en la Iglesia y el sexo, piensan en las prohibiciones y tabúes. Pero hay un muy diferente y positivo lado de la adoctrina de la Iglesia, que necesita ser enfatizada”, señalan los autores.

     Se me antoja que esta recomendación llega un poco tardía. Los índices de natalidad han bajado tanto entre los católicos que un empujoncito a estas alturas no va a resolver mucho.

     Es cierto que la doctrina de la Iglesia siempre ha apostado por la fertilidad, y en el mismo ritual del sacramento del matrimonio se reza por una prole abundante. También es cierto que la Iglesia jamás vio mal las familias numerosas, incluso numerosísimas. Pero lejos de ahí siempre anduvo metiendo la puyita del sexo como mal, incluido como mal dentro del matrimonio, pues no en balde durante mucho tiempo se habló de la castidad matrimonial. Santos con hijos no digo que no los haya, pero poquitos. Desde luego en los altares no estamos acostumbrados a ver ni hombres ni mujeres casados con su prole de la mano.

     Añaden los autores que la Iglesia no está en contra del sexo. Hombre, habría que matizar porque en estas aseveraciones siempre hay que matizar. Si es cierto lo que advierten los autores: que se ha trivial izado mucho el sexo, que aumentan la frigidez y la impotencia, y que son cada vez más los hijos únicos.

     Hay, no obstante, una acusación de estos teólogos, ahora bendecidos por el Vaticano sobre el particular, que no deja de ser una acusación. Como especie de subtítulo el libro dice: “todo lo que quisiste saber sobre sexo pero la Iglesia (casi nunca) se atrevió a contarte”. Y uno se pregunta: ¿por qué la Iglesia no se atrevió a contar algo que se sabe está dentro de la más sana ortodoxia?

     No he leído el libro pero me parece que no irá muy allá y tampoco que aclarará gran cosa a los casados. Los casados saben cómo hacer niños, y otras cosas, y si no tienen más hijos no es precisamente porque desconozcan los recovecos de la alcoba sino porque han surgido otras variables que antes no existían. Son los signos de los tiempos. Pero el hecho de que el Vaticano haya dado el visto bueno a este libro para que todos sepamos que es un pecado no hacerlo, no está mal.

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