El HomoPater

Autor: Adolfo Carreto    

 

 

No hay nada para vender bien que escribir mal sobre alguien. Y si el personaje es Juan Pablo II, miel sobre hojuelas. Hasta ahora han proliferado los libros de buen ver, y de buen leer religiosamente, sobre el Pontífice difunto. De ahora en adelante, comenzarán los otros, los best seller, los que contarán verdades a medias, los que descubrirán secretos que vaya uno a saber si son secretos, los que nos descifrarán lo que el Pontífice quiso hacer y no lo dejaron, y lo que no quiso hacer, aunque se lo aconsejarán. Comenzará ahora una literatura de corte sensacionalistas, desde los milagros más insospechados, porque hay que canonizarlo cuanto antes, antes de que se enfríe el fervor, hasta las estafas milagrosas, que en todas épocas se han dado. Así es que comenzaremos a leer posiblemente el invento más grande, de lado y lado, que se pueda escribir acerca del polaco que llegó a Papa.

     Y lo primero que las editoriales han puesto a la comercialización es el cómic moderno, el superhéroe de verdad, la encarnación en carne y hueso de los Spiderman, de los Superman, de los  Batman y demás de la misma especie.

     Se llama Rodolfo León Sánchez y ya ha puesto en venta la primera edición de El increíble homopater. Únicamente he visto la portada del libro pero a buen seguro que la polémica está servida, para bien del autor y de la editorial, para bien del mercadeo, para bien del dinero contante y sonante. Pero, si la ver vamos, la portada del ejemplar no es escandalosa: está a tono con lo que fue la vida planetaria de este incansable Karol Wojtyla quien, a fuerza de empeño, de viaje de avión, de concentraciones multitudinarias, de sonrisa para la juventud, abarrotaba explanadas hasta el día de su entierro, llenaba a reventar campos de fútbol o béisbol, descampados convertidos en escenario para la ocasión. Por eso la portada de este cómic se me antoja a tono con lo que se pretendió que fuera este Pontífice: un superhéroe al mejor estilo de los superhéroes de ficción, con la ventaja de que lo suyo no aparentaba ficción sino griterío, viejita o jovencita desmayada, banderola a troche y moche, equipos musicales equiparables a los mejores equipos rokeros que encandilan a la misma juventud que supuestamente encandilaba Karol Wojtyla.

     Digo que después de la muerte viene la literatura, aunque en este caso disfrazada de una medio verdad con atuendo de modernidad y de comercialización provechosa. Digo que luego del espectáculo de la muerte de Juan Pablo II viene el espectáculo de la leyenda, de la contra leyenda, de la literatura celestial y de la literatura negra; es decir, de la leyenda. Y digo que ya no sabremos qué creer, porque todo lo que ha rodeado a este Papa fue amplificado por los medios de comunicación y por los subvencionadores que querían ir engordando la leyenda.

     Y del papel pasaremos a Hollywood, no sé si en plan de Superman o en plan de Scorsesse o en plan de Gibson. Lo cierto es que lo que nos espera es mucho camuflaje, mucho equívoco, más comercialización todavía si el próximo Papa no le echa un parado. Que tampoco lo creo. Porque la sucesión al trono, en estos casos, respeta hasta los renglones torcidos.

    Desconocemos, por ahora, al próximo Pontífice, pero a Juan Pablo II, aunque creamos conocerlo a cabalidad, comenzaremos a desconocerlo más que nunca. De lado y lado.

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