Calixto el de las catacumbas (14 de octubre)

Autor: Adolfo Carreto

 

 

Paseas por las calles de Roma, admirando toda la paganizad y la cristiandad de todos los tiempos, y sabes que vas caminando sobre un cementerio subterráneo, un cementerio clandestino, unas galerías abiertas a fuerza de tesón, posiblemente a fuerza también de miedo, pero indudablemente con la fuerza que proporcionaba la fe en la nuevo creencia. Morían los cristianos perseguidos en los circos de diversión, y los restos que de ellos quedaban, sigilosamente, eran conducidos por los cristianos de entonces a la clandestinidad subterránea para que, por fin, pudieran vivir en la paz que habían soñado. La Roma subterránea es un complejo tramado de galerías por las que han transitado los primeros cristianos y por las que continúan transitando los cristianos de todos los tiempos. También los curiosos, es verdad. También los amantes de antigüedades. También los que necesitan, todavía hoy, ver para creer.
Son sobremanera famosas las catacumbas atribuidas a San Calixto, un esclavo que llegó a papa en aquellos primeros tiempos, un torturado por el Imperio desde los primeros días, cuando lo condenaron a trabajos forzados en las minas. Se trata, por lo tanto, de un Papa con credenciales de persecución. Pues perseguido terminó sus días, también por obra y gracia del Imperio. Su condena, por predicar la nueva religión, fue ser enterrado en un pozo a cal y canto. Curioso, pues él había construido todos aquellos kilómetros de galerías subterráneas para que los creyentes, incluidos los más pobres, tuvieran lugar digno donde descansar. Y donde todavía descansan hoy escuchando los pasos de quienes, en la superficie, siguen pensando en el Imperio, continúan admirando los anfiteatros y coliseos, y las basílicas cristianas y no digamos toda la imaginería pictórica exuberante en museos, palacios iglesias y catedrales, que eso es lo que fue y continúa siendo Roma.
Así es que cristiandad martirizada bajo tierra, gracias al empeño de este Calixto, Papa de los primeros tiempos, y cristiandad a flor de suelo; cristiandad clandestina en las catacumbas y cristiandad enorgullecida en San Pedro de El vaticano, San Juan de Letrán, y todas las basílicas, templos, conventos y demás que en Roma florecen.
Ha pasado a la historia este mártir, Calixto, Papa, precisamente por las catacumbas. Pero es que las catacumbas son mucho más que cementerios clandestinos, mucho más que refugios para los perseguidos. Las catacumbas continúan siendo hoy, a parte de la curiosidad de los turistas, el signo viviente de todos los hombres que han dado su vida por no renunciar a su creencia. Muchos edificios de la superficie se han ido desmoronando con el paso del tiempo, las catacumbas no. Cada vez que se profundiza se consiguen más. Estas atribuidas al papa Calixto, mártir, se extienden en corredores de hasta veinte kilómetros y en algunos trechos hasta de cuatro pisos sobrepuestos. Dicen los entendidos que en ellas se encuentran aproximadamente medio millón de tumbas. Quiere decir, medio millón de mártires que sabemos que están allí, y podemos contabilizarlos, gracias a que Calixto, papa, se empeñó en escavar bajo el suelo de Roma para que se dé hoy el milagro en todos aquellos que necesitan ver para creer.