Los Macabeos, Santos de otra religion (25 de octubre)

Autor: Adolfo Carreto

 

 

Día vendrá en que veneraremos a santos de otras creencias religiosas. Yo ya lo hago. Pero día vendrá en que este reconocimiento sea oficial, pues santos, convencido estoy, todas las religiones tienen; si no, dejarían de ser religiones. Santos de otros tiempos y santos de éste. Santos con las virtudes necesarias para serlo. Santos antes del nuevo testamento y luego de él. Personas a las que imitar. Personas que han entregado su vida no solamente por defender sus creencias, sino por defender a aquellos que creen, aún no sean de la misma oficial creencia. Convencido estoy de que no hay más que una creencia universalmente valedera, la cual les común a todas las religiones: la de la salvación por el amor. A partir de ahí el resto son variaciones, estilos, ajustamiento a los tiempos, puestas en práctica. Y es conocido que con frecuencia estas variaciones se convierten en obstáculos infranqueables para las unificaciones. Por eso pasa lo que pasa: las guerras religiosas y otros fanatismos que hubo, hay y posiblemente habrá.
Es por eso por lo que me satisface que la iglesia católica incluya en su santoral a estos siete hermanos de una religión que no es la cristiana, pues faltaban todavía dos siglos antes de que incursionara por los caminos de Palestina e Israel, Jesús, el judío que nació en Belén y que resultó sacrificado por el Imperio. Siete hermanos, acompañados de su madre, que uno a uno fueron defendiendo, con su vida, la creencia len el Dios de Israel. Siete hermanos mártires antes de que el martirio fuera carta fundamental en el martirologio cristiano.
Fueron siete hermanos que no quisieron plegarse a los deseos del rey Antíoco, que no solamente quería imponerse en Israel por la fuerza sino también por la radicalidad de su paganismo. Siete muchachos que resistieron uno a uno, aquel macabro sacrificio.
Ordenó Antíoco sartenes y calderos para descuartizar los cuerpos de los muchachos y freírlos, pedazo a pedazo. La lengua, las manos, las piernas, la cabeza. Todo frito, todo cocido. Solamente una condición: renunciar a la creencia en Yahvé y aceptar los lineamientos de la paganizad. No uno. No otro. Así hasta el más pequeño. El más pequeño, inclusive, con mayor rotundidad: ¡No!
Insisto en que hoy se dan igualmente estos casos aquí y allá. A veces los disfrazamos de percances políticos. Pero es que en esto del martirio siempre lo político se entremezcla. Quiero decir, lo fanáticamente político, Que viene a ser también lo fanáticamente religioso.
Estoy convencido de que tendremos altares en nuestros templos con santos de otras creencias. Y que otras creencias adoptarán también a nuestros santos. Hay muchos santos muertos a los que simplemente les damos el calificativo de héroes, pero que son mucho más. Hay muchos hombres y mujeres por el mundo que practican la única religión verdadera, que ya sabemos cuál es, aunque vistan el hábito de otra creencia. Hay muchos divulgadores de la única verdad para la convivencia humana de distintas religiones que merecen el lugar sagrado de nuestra veneración. Hay muchos hermanos como éstos, muchos Macabeos, que exponen su vida ante las balas y ante las emboscadas, secuestros y fanatismos. Hay más santos de los que creemos. Aunque oficialmente no sean proclamados. Hay muchos santos laicos.