La cena

Autor: Adolfo Carreto

 

 

Las cenas a puerta cerrada son de una clandestinidad falsa que asusta. Si tales degustaciones van con el condimento de lo político partidista y de lo religioso también partidista puede que terminen en indigestión, no para los comensales, sino para los pobres Lázaros que tenemos que contentarnos con las migajas que se deslizan desde el mantel. Los obispos españoles, una vez más, le han servido la cena a los del partido popular, o éstos a los obispos, que ya no se sabe. Pareciera todo confuso para los creyentes no afiliados, pero para el resto luce todo diáfano, aunque la cena sea de noche.

Estas cenas nocturnas y de exclusividad político religiosa huelen a lo que huelen este tipo de conchupancias: a glotonería política, a escanciar marcas políticas, a degustar un vino no consagrado, al chismorreo tras los postres, a partidizar la fe. Así es que cenas así no son en nada sacramentales sino que atentan contra la comunión de la mayoría aunque sea la comida unitiva de una minoría escalofriante.

No sé quién bendigo la cena, si Rouco o el representante del Partido Popular. Posiblemente fueran ambos. Porque, en estas cenas, tanto monta. Y les que, para mí, ni terminamos de ser creyentes como debemos ni políticos como debemos. Es muy posible que otros partidos, el PSOE incluido, también se reúnan clandestinamente con creyentes políticos de sus afiliaciones. Así es que el pecado se ha tornado globalizante. Nuestra España de pandereta a la antigua es de pandereta a la moderna, quiero decir, de ruido político religioso mal bailado, con poco ritmo, que trastabilla, que nauséa, que nos empuja por el sendero del indiferentismo religioso.

El partido de la oposición, apoyado por la jerarquía, alguna, y la jerarquía, apoyada por la oposición, alguna, han convertido a los españoles en espectadores de una nueva predicación de la que desconfían. Este tipo de evangelizaciones políticas no cuadran, y menos cuando la evangelización viene presionada por las palabras de los políticos: “Señores obispos, deben trabajar con un mayor compromiso contra el laicismo del gobierno y algunas de sus reformas legislativas. Señores obispos, deben responder con mayor contundencia al Ejecutivo, ya que España afronta el envite anticlerical más importante de la democracia”. Así rezaron diputados del PP y otros creyentes políticos en los postres

El estómago de Rouco ya comenzaba a hacer ruiditos. O la cena no había estado bien servida o alguien estaba echándole una pimienta que no caía bien en los intestinos. Así es que tuvo que replicar “Esta no es función de la Iglesia”. Pues ese es el tema: que ya no sabemos ni cual es la función de la Iglesia Española jerárquica, ni cual es la función del PP político religioso imponiendo sus reglas a los altos mandos eclesiales.

Día vendrá en el que tengamos que decir lo mismo del partido ahora en el gobierno. Y es que ni unos ni otros se han dado cuenta que tanto la feligresía política como la feligresía religiosa está tornándose indiferente ante las propuestas habidas en cenas así, porque, aunque se escenifiquen en la clandestinidad tienen un tufo a propaganda multitudinaria que asusta.

Cuando comenzamos a cambiar los púlpitos de verdad por las cenas de mentira las comidas, es decir, las comuniones pueden dañar a muchos estómagos religiosos. Que presumo es lo que está aconteciendo len España.

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