La Santa Basílica (9 de noviembre)

Autor: Adolfo Carreto

 

 

No solamente son santos los hombres, también los edificios. Claro, los edificios son santos o no porque en ellos actúan los hombres, aunque no siempre dentro del recinto de los edificios los hombres actuamos santamente. Yo más bien diría que los edificios son santos en cuanto son símbolos materiales de una realidad espiritual que nunca debiera ser mancillada. Quizá por eso no me gusta decir que las Basílicas son los templos más santos, más acogedores y más dignos. Conozco templos de pueblo, conozco ermitas en toda su humildad, conozca capillas conventuales, conozco lugares de reunión que nada tienen que envidiar en cuanto a santidad se refiere, a las pomposas basílicas. Pero, oficialmente, la Basílica es el templo por excelencia, consagrado oficialmente, y ya está. Es el papa quien se encarga de conceder ese estatus de santidad a tal o cual templo, a tal o cual catedral. Y sus razones tendrá.
Pero dentro de las basílicas, también hay categorías. Se las denomina mayores y menores. En realidad no sé en qué se funda esta denominación, pero lo que si sé es que las que presumen de mayores se encuentran en Roma, y ahí van por orden de importancia: San Juan de Letrán, Santa maría la Mayor, San Pedro de El Vaticano y San Pablo Extramuros. De ahí para abajo, ya entramos en la segunda división.
También España se ufana de sus basílicas, pongo por caso la de El Pilar, la de Montserrat, la de Santa María, en Barcelona, la de El Escorial o la de Guadalupe, en Cáceres. Más hay, por supuesto, pero no es cuestión de detallar.
Esto de las basílicas no es invención cristiana, como tampoco los templos. Griegos y romanos ya adoraban a sus dioses y en Areópago griego, por ejemplo, tantos altares había, que había uno más: el dedicado al dios desconocido, por si acaso. Lo cual quiere decir que los griegos eran sumamente cuidadosos con la totalidad de los dioses. No así los romanos, que ya sabemos cómo comenzó la historia del Cristianismo.
Pues como se trata de historia, y de la primera, también Constantino tiene arte y parte en esto de las basílicas.. No solamente concedió permiso oficial al cristianismo para que construyera sus propios templos sino que ofreció al papa un buen solar para construir uno: el Palacio de la familia Letrán. Y el Papa,. Ni corto ni perezoso, lo transformó en la primera basílica, que es la festividad que hoy santifica la Iglesia católica: la Basílica de Letrán. Estas cosas ocurrían en el año 324 y desde entonces para acá las basílicas proliferaron. No hay nación que no tenga la suya. No hay Papa que no se empeñe en consagrar a alguna.
De eso es de lo que se trata, de conmemorar oficialmente el primer edificio convertido en basílica, pasando a ser la progenitora de todas las restantes, mayores y menores.
Dicen que la Basílica de Letrán, en Roma, es la catedral del Papa, aunque ya no oficie regularmente en ella, para eso nombra a su Vicario. Pero igualmente es importante Letrán porque en el año 1929 se firmó entre sus muros el famoso Tratado, el que ponía paz entre el Estado vaticano y el gobierno de Italia. Y que no sucumba ese tratado, porque la paz, se firme donde se firme, siempre es santa.