Santa Brígida, la santa bonita (1 de Febrero)

Autor: Adolfo Carreto     

 

 

Tiene esta santa fama de bonita y ¿por qué no?. Se trata de una belleza que le viene un tanto clandestina, pues su padre se escapó de su madre para engendrarla extra maritalmente con una esclava. Estamos, por lo tanto, ante un caso de novela rosa, de la famosa infidelidad de todos los tiempos o de aquello del amor que se encuentra cuando uno menos lo piensa. Porque lo que desconocemos no es precisamente que la muchachita fuera espúrea, que de eso ella ninguna culpa tiene, sino de que el padre no la engendrara por amor. Además, para que la trama de la novela encaje, la bellísima esclava era precisamente eso, esclava, de raza inferior, apartada del contexto, relegada, y solamente pudo prosperar, es decir, salir de su postración, gracias a sus encantos gratificados por el señor y fructificados en Brígida. A esto puede que le llamen fruto del pecado, pero yo creo que no, que ha sido fruto de lo que siempre es fruto. Y no hay que buscarle más rollos al asunto.

     Heredó de su madre lo que siempre se hereda de las madres: una hermosura sin par. Pero viniendo tal dote de donde venía, tal belleza se convirtió en pecado, o así se lo hicieron entender sus asesores, vale decir, su contexto, así es que la muchacha tuvo que penar su hermosura en vez de ufanarse de ella, como si la hermosura fuera un delito. El día que me digan que una mujer fue santa por ser fea, renuncio. Y es que no encaja, se tenemos en cuenta que el concepto de belleza, y no me refiero únicamente a la espiritual, siempre ha intentado encajar con lo divino.

     Lo que sí no me encaja es eso que le metieron en la cabeza: ¿Para qué quiere la hermosura quien sólo piensa en Dios?. ¿Cómo que para qué? ¿Es que la belleza de una mujer solamente sirve para ser esclava y que cualquier hombre como su padre hizo se aproveche de lo que le gusta? Eso lde andar condenando atributos humanos que, a la vez, son copia de los atributos divinos, no está bien, ni para santos ni para profanos. Eso de querer reducir al ser humano a guiñapo, a andrajoso, a mal visto, por las razones que sean, aunque sea por la razón femenina de que no se fijen en ella, pues creo que no va por el camino del buen consejo.

     A Brígida la aconsejaron mal, y muchas lágrimas tuvo que derramar por estos atolondrados consejos, a tal punto que, dicen, se le reventó uno de sus ojos. Dicen también que el Señor la recompensó reponiéndole luego el ojo perdido, lo cual implica que Dios tiene mejor concepto de la belleza, claro que sí, de la femenina, que sus consejeros.

     A Brígida la quieren mucho los irlandeses. Es su patrona, junto con San patricio y Santa Columba. Y es que en irlanda, al parecer, la santidad femenina anda rondando la belleza porque Columba, paloma, sin relación a belleza y otras dotes, tampoco encaja. Mucho la quieren los irlandeses y no se sabe si entre otras cosas es también por ese milagro que dicen que hizo: ¡convertir el agua de su baño en cerveza para apagar la sed!. No lo creo, pero ellos así lo cantan en esa especie de fe que dimana de la denominada religiosidad popular, y que su sentido tiene!

     No es una santa de ahora, quiero decir, que caminara nuestro mundo de ahora sino que se remonta al siglo VI. Pero pareciera que los siglos, y la santidad, son intemporales, porque tanto montan los buenos y malos consejos de entonces como los de ahora.

     En febrero los irlandeses honran a su patrona y, además de las oraciones, brindan por ella con cerveza.

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