Santa Juana de Francia o bailar con la mas fea (4 de febrero)

Autor: Adolfo Carreto

 

 

Que no, que por mucho que nos empeñemos nadie quiere bailar con la más fea. Y siempre ha sido así. Y es lo que le ocurrió a esta francesa que iba para reina de verdad y terminó reinando en su propio monasterio, es decir, en el reino que se hizo a su medida.

     Esta es la historia de una mártir que, sin serlo según los cánones, lo fue según la vida. Hay que sufrir mucho sabiendo de donde se viene pero sin tener acceso a ese destino. Hay que aguantar no poco cuando de buenas a primeras te dicen: Pues no eras tú a quien yo esperaba; yo necesitaba un varón. Y es que eso de medir el valor de las personas por la necesidad que pueden satisfacernos, no deja de ser el mayor de los descréditos para quien, de buenas a primeras, se siente sin valor.

     Su padre el rey Luis XI no quiere una primogénita sino un primogénito. Es decir, lo que impera es asegurar el trono, cualquier trono que sea, también el económico, hoy diría yo más bien el económico. Pero hay para todo. Lo de Luis XI era el trono, es decir, la continuidad dinástica, el expansionismo, el “partido” que se afianza en el poder, la “ideología” que no quiere fenecer, todo eso. Y lo pagó la hija.

     Para colmo, era fea. Para más colmo era coja. Y para más todavía, jorobada. Con estos credenciales ¿qué aspiraciones pueden quedarle al padre. Con una cédula de identidad así no quedaba más remedio que apartarla del contorno. Y su padre, ni corto ni perezoso, la apartó. La envió, eso sí, a un castillo, pero allí encerrada, para que nadie la viera, sin ni siquiera a su propia madre, Carlota de Saboya, desde los cinco años.

     Pues si esto no es martirio, díganme ustedes.

     Hasta que el padre tiene que decidirse y buscarle novio. Y no para la felicidad de la muchacha sino para que el reino se agrande. Así es que Luis XI echó toda su furia hacia delante, y exigió casarla con quien no la quería, y a quien ella tampoco quería. El resultado es de los que caben esperar, que no es otro que el resultado de todos los casamientos por interés, que hoy ni muchísimo menos han pasado de moda. Es decir, que la muchacha se casa, pero nada de nada. Mártir y además virgen por lo obvio. Dos atributos que posiblemente no sean virtud pero sí sufrimiento

     Una vida de telenovela de las de ahora con la variante de que la buena no es la bonita sino la fea; cambiando esto, todo lo demás encaja, hasta los personajes secundarios de reparto. Y hasta los datos del argumento:  la anulación del matrimonio que  había impuesto su padre, para ahora no permitirle el disfrute de la corona. Y esto permite a la ex reina recluirse en convento y hacer de su vida otra vida: conseguir esa paz anhelada. Y dicen que lo logró.

     Esta es de esas santas que dan lástima, que pasaron por la vida con la vida negada, capricho de intereses, mártir sin pretenderlo, hacedora de bien cuando a ella tanto mal le hicieron. Así que pasó por la corte como un fantasma, como lo que siempre fue. Y es que ni el hecho de ser hija de rey, o de potentado, da garantías. Habrá muchos en el mundo que tengan que rezar a esta santa.

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