Maria de la O (18 de diciembre)

Autor: Adolfo Carreto

 

 

Estamos a 18 de diciembre, y por devota lógica, la barriga de la Virgen anda ya proclamando su final. Es ésta, la de la barriga de María, una fiesta no muy proclamada, y la verdad no sé por qué. Si algo encaja con todo, inclusive la cercanía del parto, es precisamente, esa grandeza de la barriga con hijo dentro, que tampoco se trata de un hijo cualquiera. Así es que a este día debería de dársele más realce, más enjundia. Tengo para mí que habría que llamar a las fiestas por su nombre y canonizar este día como el día de la mujer preñada. Claro, la liturgia es mucho más cauta con el lenguaje, mucho más rebuscada, y aunque se han intentado varias denominaciones, han prosperado estas dos: La expectación del parto, por parte de la Virgen, y el Día de Santa María. La acepción popular, que en muchas cosas suele ser mucho más sabia y lógica, la ha bautizado como Santa maría de la O, sí, precisamente por la barriga abultada, por la preñez avanzada, por la O abultada. Y es, a decir verdad, la que más ha calado en el pueblo, pues para las muchachas suena mejor el nombre que las identifica como María de la O, o como Expectación, que tampoco está mal.
Pues, fíjense por dónde, esta advocación me agrada. Porque de María, doncella, hay muchas aclamaciones, de María, madre, casi todas, de María Dolorosa, muchísimas, pero de María preñada casi no. Y me pregunto por qué, si se trata de la expectación más esperada, del mejor anticipo para la natividad. Ni siquiera los pintores se han atrevido con estas gráficas, a pesar de que se han atrevido con los senos de la Virgen amamantando a la criatura.
Recuerdo mi niñez cuando a las embarazadas le daba recelo mostrar su figura. Se vestían, para disimular lo indisimulable, batas anchas, que proclamaban más que ocultaban. Hoy no. Hay que ver con qué orgullo exhiben las preñadas su barriga. Y, si son famosas, más. Para que todo el mundo se entere. Para que no haya dudas. Y hay que ver cómo los modistos han aprovechado la ocasión. Y no está mal ¿Por qué una preñada no va a presumir de su próximo retoño? Pues bien, este 18 de diciembre, antesala del 24, la Iglesia celebra esta sagrada biología de la Virgen como anuncio inminente de lo anunciado. Pues, a celebrarlo, como Dios manda. Y nunca mejor dicho.
También se le ha concedido otro nombre a esta fiesta: la Virgen de la Esperanza. Y cuadra. Pero lo que no me gusta es que precisamente a la Virgen de la Esperanza la han hecho patrona de los agentes comerciales. ¿Será por todo el comercio, clínica incluido, que lleva como anuncio la proximidad del parto y después el resultado del parto? Que me perdonen los agentes comerciales, pero este patronato no le cae bien a la Virgen, y quienes tuvieron de nombrarla para tal protección tuvieron más inspiración económica que teológica. Lo que sí me apetece, y mucho, lo de la Virgen de la Esperanza es el nombre. Quizá sea por mi tía, Esperanza, que lució su preñez honorablemente durante trece ocasiones y andan por el mundo trece primos míos, hechos y derechos, varones y hembras, como trece oes benditas.