Wenceslao, el hermano de Caín (28 de septiembre)

Autor: Adolfo Carreto

 

 

En aquel tiempo, siglo X, los reyes no las tenían todas consigo. Los reyes nunca las tienen todas consigo, pero en aquel tiempo, menos. Los reyes reinan, pero no siempre como ellos desean sino como los intereses les obligan. En las casas de los reyes siempre se piensa en intrigas, siempre en sucesiones, siempre en antimonárquicos. Las casas de los reyes, palacios o lo que sea, deben de estar tan cuidadas desde dentro como desde fuera. Antiguamente a los reyes no se les destituía, se les mataba, y ya. Con frecuencia se trataba de muertes familiares, quiero decir, que el virus de la sucesión siempre andaba latente. Hoy, a los reyes que quedan, se los destierra, que es una forma de muerte anticipada, un exilio al que se le cierra la puerta. Pues algo de todo esto aconteció con Wenceslao, rey de Bohemia.
Rey su padre. Reina su madre. Rey él. Rey igualmente su hermano Boleslao. Cada cual subió al trono también por zancadillas internas.
Muerto el rey padre, de muerte natural, pues murió guerreando, que era una muerte natural y esperada en aquellos tiempos, lo sucede su esposa, la madre de Wenceslao y de Boleslao, mujer no muy dada a la regencia, mujer asustadiza, mujer gobernada a su vez por la nobleza, por una nobleza pagana a la que se doblegó. Como siempre ocurre cuando un regente, rey o presidente, cede ante la nobleza, ya se sabe: el desastre, la injusticia, las malas maneras, los privilegios, los puestos según los intereses, todas esas cosas. Mal iba Bohemia al mando de la reina madre.
La abuela de Wenceslao no miraba con buenos ojos a la reina. La abuela de Wenceslao era cristiana y Wenceslao su ojo derecho. La abuela puso los ojos en el reino, no para ella sino para el nieto. Y comenzó el cuchicheo. Se enteró la nobleza y hasta ahí llegó la abuela. Fue asesinada.
Pero la nobleza comenzó a ver con malos ojos a la reina, quien sabe si por caprichos no satisfecho, y terminó por desterrarla.
- Wenceslao es el que nos conviene.
Y Wenceslao ocupó el trono de su padre muerto en batalla y el trono de su madre, desterrada por los mismos que la auparon. Y gobernó Wenceslao, y dicen que bien. Entre sus milagros se cuenta el de dictar edicto para condenar a los culpables de asesinato, y el de dictar edicto para condenar a quienes ejercían la esclavitud. Mal comenzaba este muchacho. Y peor cuando, de entrada, y en contra de quienes apoyaron a su madre, nobleza pagana, apoyó oficialmente a la Iglesia de Dios. Malos pasos para un rey en aquella Bohemia del siglo X, donde la religión y las riquezas tenían sus más y sus menos.
Los de siempre calentaron la oreja del hermano, Boleslao.
- Ese hermano tuyo, el rey, no anda por buenos pasos.
Supo de inmediato Boleslao qué le proponían. He invitó a su hermano a una gran fiesta. Nada anormal. No había habido pleito previo entre ellos. Pero Boleslao ya había tramado su sucesión. Luego de la fiesta, y a solas, asesinó a su hermano de una puñalada. Era el sucesor. Comenzaba a ser el rey.
Dicen que Caín mató a Abel, pero en esta ocasión no por un plato de lentejas sino por un reino. Que, al fin y al cabo, viene siendo lo mismo. La diferencia es que cuando las manos se manchan con sangre fraterna, el castigo nunca termina. A Wenceslao lo consideran mártir en Bohemia. No sé si murió por defender al cristianismo o por la avaricia de su hermano. Cosas de palacio.