Juan Sarto, el que iba paso a paso (21 de agosto)

Autor: Adolfo Carreto

 

 

Se llamaba Juan Sarto, y este nombre le duró hasta que llegó a Papa. De ahí en adelante ya nos resulta mucho más familiar: San Pío X. Es este un santo a lomos entre el siglo XIX y el XX, lo que ya nos habla de cercanía. Este es uno de los últimos Papas llegado a los altares, lo que también nos da que pensar. Ahora andamos con la precipitación de la santidad de nuestro último pontífice difunto, el carismático Juan Pablo II, que puede muy bien convertirse en el primer santo de la pantalla chica, en el primer santo de la pancarta, en el primer santo, en estos tiempos, por aclamación popular. Dicen los entendidos en leyes vaticanas que Carol Wojtyla seguirá el proceso canónico regular, pero no hay quien me quite que buen trecho de ese camino de pruebas se acortará por la presión de las pancartas, que es la presión de los fieles convencidos que hoy salen a la calle tanto para canonizar a un personaje como para protestar de un procedimiento canónico.
Me cae simpático José Sarto por su coincidencia con el número nueve. He querido bautizarlo como “el de los pasos de nueve en nueve”, y quiero explicarme. Ya sacerdote, duró exactamente nueve años como vicepárroco; el paso siguiente fue de otros nueve años como párroco titular, su escalera iba marcando el nueve y esos años fue los que duró como obispo de Mantua para durar otros tantos como cardenal. El último peldaño fue un poquito más prolongado, aunque no tantos: once fueron los años de su pontificado. Así es que quien tenga devoción por San Pío X que apueste al nuevo, porque de que vuelan, vuelan.
No le resultó fácil llegar a Papa pues él mismo quiso abortar el camino desde el principio. Ya en el seminario intentó dejar sus estudios para ayudar a su madre a mantener a la familia. Virtud muy natural cuando se nace en la necesidad y cuando todos los días se sientan a la mesa once o doce bocas. Pero su madre no lo consintió. Se apretarían el cinturón en la casa para sacar adelante al muchacho. Y así fue.
Se me hace simpático por lo de la bofetada, es decir, por el dolor de muelas. Yo, que en estos días padezco de estas cosas, lo puedo entender perfectamente. Cuentan que siendo muchacho le sobrevino el dolor de muelas, y tanto se quejó que una de sus hermanas lo acusó de quejón y de poco aguante. La respuesta de José fue un bofetón a la hermana. Digo que lo entiendo porque cuando el dolor de muelas arrecia cualquier bofetón es de escaso dolor.
También fue Papa vamos a decir en segundas nupcias. Quiero decir, no fue él con mayores votos, pero el más botado tuvo que renunciar porque el emperador, quien tenía derecho a veto en el nombramiento de Pontífice, coaccionó para que el votado no subiera al trono de Pedro. Como así fue. La segunda votación recayó en el cardenal Sarto. Así es que una vez más este fue un Papa que andaba de escalón en escalón, pero con tiempo suficiente en cada uno de ellos para conocer todos los intríngulis de la iglesia una vez que tuvo que dirigirla. Es decir, un currículo de consistente persistencia.
Como Papa ya sabemos: buenote él, de conversación fácil y conservando la humildad de nacimiento: la pobreza. Dicen que solamente consintió que le sirvieran dos de sus hermanas. Y dicen que, a su muerte, solicitó para ellas una pensión, pues su familia no había salido de la indigencia.
Y sin que se le conozcan portentos milagreros llegara a los altares, siendo Papa, no deja de ser un milagro.