Juana, la hija del presidente (3 de agosto)

Autor: Adolfo Carreto

 

 

Esta es la historia de una mujer que nació para no trabajar y que murió por trabajar en demasía. Esta es la historia de una muchacha que iba para la corte y terminó fundando conventos. Esta es la historia de una mujer que fue haciéndose mujer a fuerza de toparse con la muerte de los suyos, desde los primeros tiempos hasta los últimos. Esta es la historia de una niña cuyo padre era el Presidente de del Parlamente de la región y que, como tal, había puesto todas sus esperanzas en el porvenir de la muchacha. Esta es la historia de una mujer que nunca conoció a su madre, pues a los ocho meses de nacida un mal viento se la llevó. Esta es la historia de una mujer que se quedó viuda a los 29 años, con cuatro hijos ya, un muchacho y tres niñas. Aquel día corrieron al Castillo del Barón de Chantal, su esposo, y le dijeron:
- Baronesa, su esposo ha muerto.
- ¿Cómo que ha muerto mi esposo?
- Fue un accidente.
- Pero si andaba de cacería.
- A uno de los cazadores se le disparó el arma y alcanzó al Barón.
Se quedó petrificada Juana, la baronesa. Tomó a sus cuatro hijos y no anduvo con rodeos:
- Su padre ha muerto. Pero no hay que vengarse de quien lo mató, pues lo mató sin querer.
Aunque pudo haber venganza, no la hubo. Juana se acostumbró a la viudez acostumbrándose a sus hijos. Pero el castillo de Chantal se le hacía cada vez más con pasillos interminables, con salones sin sentido, con lugares vacíos de fiestas, pues qué fiestas podían darse en un castillo donde el Barón faltaba y donde la viudez era la señora...
Así es que decidió otro lugar. Un lugar donde, si había prisa, fuera por algo. Un lugar donde, si había silencio, también fuera por algo.
Salió del castillo hacia un convento sobre el cuerpo de su hijo, porque ninguno quería que la madre se fuera.
- Si te vas, será pasando sobre mi cuerpo.
Y la mujer, dolorida, alzó la pierna y dio el paso.
Luego se topó con Francisco de Sales y entre los dos inventaron la congregación de las Hermanas de la Visitación. Murió el Santo y ella tuvo que apechugar con la obra. Sesenta y cinco casas de recogida para menesterosos con ganas de salvarse había fundado cuando, a los 69 años, también ella se fue a causa del cansancio.
Pero antes había muerto su hijo, el que intentó retenerla en el castillo: Murió el hijo como usualmente mueren los militares, en el campo de batalla. También, antes de ella murió una de sus hijas, al dar a luz, días después de que hubiera muerto su esposo, un cortesano con el que se había casado, a causa de la peste. Y antes de morir también había atendido a cuanto menesteroso se acercaba a la puerta del castillo de Chantal para solicitar ayuda. Y antes de morir había sorteado las críticas de las damas de sociedad quienes no dejaban de predicar aquello de que le pasa lo que le pasa por no haber vuelto a casarse, por haber abandonado el castillo para encerrarse en convento. Y sobre todo, antes de todo esto, el vivir sesenta y nueve años sin madre.
Esta fue Juana, la hija del Presidente.