Justa y Rufina, las alfareras (19 de julio)

Autor: Adolfo Carreto

 

 

Hay fiesta en Triana, en el Barrio de Santa Cruz, y len toda Sevilla cada 19 de julio. Hay fiesta y es el día de los alfareros, y todo se llena de cuencos, botijos, barriles, platos, ánforas porque hoy es el día de la fiesta de la arcilla, del cuenco de barro, del vaso para escanciar. Hay fiesta y es gracias a Justa y Rufina, dos trianeras con gracia en el cuerpo, en la garganta y en las manos para moldear pucheros y cuanto encargo de barro fuera menester. Cantan Justa y Rufina mientras amasan la tierra, mientras moldean el barro, mientras dan forma a la tinaja. Y sigue habiendo alegría diaria en Triana y alrededores, en las casas de los alfareros, porque ella, alfareras, son las que los protegen. Y hay procesión.
Pero no procesión como la de aquel día del siglo III cuando las damas elegantes, las matronas de la Triana romana, paseaban en andas a Venus pero sin acompañamiento de música sino rodeada con el lamento mentiroso de las plañideras. Dicen las romanas matronas de Triana, enviciadas por los romanos venidos de fuera, que hay que llorar porque Venus llora. A venus se le ha muerto Adonis, su enamorado, y es mucha la pena de la diosa, y por eso lloran, para que la diosa no llore. Y por eso la sacan en andas, para airear su lamento. Y por eso exigen a los trianeros a contribuir con los gastos, porque luego de la procesión ya no habrá más lloros y sí mucha juerga.
- Ahí viven las alfareras.
Se detiene la procesión para que las alfareras salgan. Salen Justa y Rufina.
- Acompañen a la procesión y contribuyan.
- ¿A qué procesión? –se envalentona Justa.
- ¿Contribuir en qué? –se coloca en jarras Rufina.
Gritan unas, gritan otras. Las hermanas apostrofan a Venus y insultan a sus adoradoras. Las matronas insultan a las hermanas y las acusan de cristianas.
- ¡Pues sí, a mucha honra!
Y entre empujón y empujón se tambalea la estatua de Venus y se hace añicos en aquel empedrado de Triana, barrio de Santa Cruz.
De ahí en adelante, ya se sabe: la acusación, el sacrilegio, la condena. Cárcel primero. Tormentos después. Pero las hermanas continúan en sus trece.
- ¡No hay en toda Sevilla ni romano ni romana que nos aparte de nuestra fe!
Así dijeron las trianeras y por eso las condenaron. Justa falleció en la cárcel. Para Rufina prefirieron mejor espectáculo: el anfiteatro, las fieras, para que la estatua de Venus, hecha añicos, no tenga que lamentarse más.
Dicen que cuando soltaron a la fiera Rufina la sonrió y el animal se recostó a sus pies. Tuvieron que matar también a la fiera por negarse a saldar la deuda con la diosa Venus. Primero decapitaron a la muchacha, luego quemaron su cuerpo, y después se vengaron de la fiera.
Hay fiesta en Triana todos los diecinueve de julio y los alfareros continúan trabajando su barro para que perdure la tradición y para que Justa y Rufina continúen llenando de salero a todo Triana y alrededores