Los nuevos mártires

Autor: Adolfo Carreto

 

 

¿Será este tal Luis Flavio Capio, obispo, brasileño, un nuevo mártir de los tiempos que corren, es decir, un mártir sin altar, como tantos, monseñor Romero por citar, en estas tierras latinoamericanas? Se ha empeñado el obispo en un martirio anunciado, en una huelga de hambre cuyo final no será feliz, pues la política anda de por medio, y ya sabemos que los martirios, desde que de ellos tenemos noticias, han sido todos ocasionados por la política. Lo mismo da que el mandatario se llame Nerón o que ostente nombre más moderno. Igual da. Igual da que se nombre dictaduras o democracias. Igual da.

     He visto la fotografía de este obispo franciscano y no me ha quedado más remedio que recurrir al rostro ascético de Francisco de Asís, tal como lo pintan tantos y tantos pintores, entre ellos El greco, que es el de mi devoción. He visto la fotografía de este obispo y tiene mucho hambre encima, mucha privación pero, sobre todo, mucho temperamento. Y es que sin temperamento no se puede ser ni santo ni mártir.

     Pues bien, al menos por esta vez, en esta huelga de hambre protagonizada por monseñor Luis Flavio, el obispo no está solo. Lo respalda la mismísima Conferencia Episcopal brasileña, que ya es decir, y que ya es respaldo oficial. Pero, sobre todo, lo respaldan sus feligreses, que posiblemente sean los que puedan salvarle, según los cálculos políticos, pues son los feligreses quienes, a la hora de elegir, votan. Y parece que los votos de Lula, quien está donde está precisamente por los votos de esta gente, incluido el del señor obispo, no andan en estos momentos muy en alza. Por eso digo que puede que cuenten más los votos que las razones de la huelga.

     Todo a causa de un río, del trasvase de un caudal. Opina monseñor que esa operación no solamente es perjudicial para el ambiente, que bastante deteriorado lo vamos poniendo, sino también para los más pobres. Y opina monseñor, y con él otros prelados y otros católicos, que lo que el presidente Lula está haciendo es simple y llanamente, un agro negocio, una infraestructura para ampliar las ambiciones de los terratenientes. Algo que no parece sonar bien, pues entre otras cosas, Lula subió al poder por obra y gracia de los Sin tierra, es decir, de los de siempre.

     Como el prelado se empeña en no ceder, ya muchos están hablando de suicidio, y eso de suicidarse suena muy mal. Pero el obispo lo tiene claro: todos los mártires lo fueron por no ceder, así es que en buena lógica, todos los mártires fueron auténticos suicidas en su tiempo. Pero no, la oficialidad católica brasileña está en esto también muy clara y ya han dicho que en este caso  se trata de un “gesto de martirio hacia los más pobres”.

     Faltan pocos días para el desenlace, y aunque no se trata de una de esas noticias que, por ahora, tenga la suficiente fuerza para dar la vuelta al mundo, quizá algún día la dé, y entonces se armará el revuelo.

     Tengo que decirlo: la imagen de este obispo, sentado y sin fuerzas, es para considerar. No todos los días se nos presentan los obispos ante las cámaras con esta pose. Y, de verdad, lo veo igualito a su santo fundador, a ese tal Francisco de Asís, tan incomprendido en su tiempo por muchos, como incomprendido en este tiempo el señor obispo por quienes lo acusan de suicida.

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