Isaías, el profeta (8 de Julio)

Autor: Adolfo Carreto

 

 

Quien sospeche que todo profeta es un desarrapado, nada sabe de Isaías. Isaías era de buen ver, de buen entender, de buen decir y de buen escribir. Quiero decir que era culto, y como culto se portaba, y como a hombre culto respetaban. Por eso dijo lo que dijo y escribió como escribió. Un día le pregunté: ¿Cómo es eso de que una Virgen concebirá y dará a luz un niño al que llamarán “Dios con nosotros”? ¿Cómo se te ocurren esas tonterías, tú, tan culto, tan preparado, tan poco amigo de habladurías, tan dispuesto a llamar a las cosas por su nombre?. Isaías me echó la mano al hombro y me dijo: Escucha.
De una virgen nacerá en medio de un pueblo de prostitutas.
De una muchacha blanca nacerá el salvador
Y difícil te resultará reconocerlo.
Difícil, porque nunca te atreves más adentro de tu piel:
Te embobas n la fachada.
Como el que viene saldrá del vientre de una virgen
Podrá mirarte a los ojos sin que su mirada se enturbie,
Sin que su pie tropiece contra tu obstáculo.
De una virgen nacerá en medio del pueblo
y resultará insulto para ti contemplarlo sin mácula.
Tendrás sin remisión que convertirte
Porque no podrás escabullirte a su palabra de paz.
Será príncipe sin ganar batallas.
Será rey sin usurpar tronos
Será coronado con corona que no desearías sobre tu cabeza.
Y todo lo hará por ti que ahora desprecias a la mujer
Porque desconoces que se trata de una virgen.

Así me susurró Isaías. Era una calle de ciudad y ante la mansión comenzaban los protocolos. Apuntó con su mano al lugar y volvió a susurrarme:

¡Qué afán por imitar!
Han acudido a las reuniones internaciones,
han dormido en sus palacios
les han prestado sus concubinas
les han mostrado sus inventos
les han asustado con sus armas,
les han divertido con sus juegos.
¡Y han quedado maravillados!
Y han dicho: ¡Qué grandeza la de este pueblo!
Y han regresado a nuestra tierra para imponernos lo que allí vieron.
Y nos han hecho creer, porque tienen medios para lograrlo,
Que lo extranjero es lo que cuenta.
Han llegado fascinados y se han puesto a derrochar el derroche que allí vieron.
Han copiado sus modales, sus expresiones, su publicidad.
Y han dicho: ¡Con esto deslumbraremos a nuestros súbditos!
Y algunos súbditos han quedado deslumbrados.

Así me susurró Isaías, el profeta.