¿Miedo o fe?

Autor: Adolfo Carreto     

 

 

   Es un tema que anda en boga estos días, con eso del Sínodo de los Obispos. Es bueno que entre iguales reunidos por una causa común, que es la causa de la Iglesia, y convocados por el máximo representante, el soberano Pontífice, puedan abrirse las conciencias, pues ya nos vamos acostumbrando a algo que nos parecía insólito: que Dios no ilumina de la misma manera a todos los obispos, pues de lo contrario no habría discrepancias. O dicho más claramente: que en asuntos do gobierno eclesiástico, Dios no se mete; para eso está la Iglesia. Pero resulta que la Iglesia somos todos, y la oficialidad eclesiástica son unos pocos, y esos pocos también tienen distintas inspiraciones. Esto está quedando claro en el sínodo, y no es poco. A mí se me antoja que es muchísimo, porque tengo la impresión de que se trata de la lucha del miedo contra la fe.

     Todavía no sabemos qué rumbo tomará la dinámica eclesial. Los asuntos se cuecen, a la hora de la verdad, puertas adentro, en esos cónclaves de connivencias que no parecieran más que apuestas políticas por saber quién gana. Y se ponen muy molestos los implicados cuando, por a o por be se escapan esos secretos por las rendijas que siempre se escapan todos los secretos. También lo hemos notado en los últimos días.

     Digo que todavía no sabemos el rumbó que tomará este nuevo pontificado. Se me antoja que este Sínodo ha sido convocado por el actual Pontífice para constatar cual es realmente la fuerza que tienen esos prelados calificados como “disidentes”. Que los hay. Y posiblemente más de los que imaginamos. Lo que ocurre es que unos toman la decisión de manifestarse como tales, es decir, se despojan del miedo, y otros dejan que el agua corra, para ver a qué orilla agarrarse

     Dicen que el actual Pontífice se convirtió a la intransigencia cuando fue nombrado como jefe  de la Congregación de la Doctrina de la fe. Aseguran que antes era mucho más tolerante, cuando era teólogo a secas, sin esa pesada carga que otorga el cargo. Y dicen los que llevan las estadísticas que el Cardenal Ratzinger condenó a nada  menos que a 140 teólogos católicos, más por razones ideológicas que por razones teológicas. Pero yo no quiero remontarme a ese pasado todavía tan cercano. Soy de los que piensan que tenemos derecho a cambiar y quién no me asegura que el actual Pontífice, ahora sin las presiones de otro pontífice, pueda dar un paso adelante. Y algunos, como frei Betto, otro de los disidentes teológicos, y brasileño para más señas, ven como positivo que Ratzinger eligiera como nombre de Papa este de Benedicto pues su antecesor en el nombre, fue muy Benedicto en las transigencias, sobre todo cuando el Papa Pío IX había ocupado su pontificado bajo el signo de lo condenatorio.

     Está claro que nos hagamos, con fe y sin miedo, muchas preguntas. Por ejemplo: ¿por qué ha fracasado el cristianismo occidental?. Por ejemplo, ¿por qué las catedrales se han convertido en museos para gloria de los turistas, renunciando a templos para los feligreses? Por ejemplo: ¡quién tiene la culpa, la ciencia o quienes no han sabido meter adecuadamente a la fe en el espacio de la ciencia? Quizá la fe rompa al miedo en este Sínodo y muchas de las respuestas que se nos venían ofreciendo adquieran la libertad de ser proclamadas como son, sin el fantasma del miedo.

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