Las piscinas

Autor: Adolfo Carreto

 

 

     El verano pasado fue la Pantoja con su consorte marvellano, aunque de raíces abulenses. Este parece ser el verano de las piscinas. La verdad es que Pantojas no hay muchas, y alcaldes con amoríos con cupleteras tampoco. Pero piscinas sí. Piscinas a rabiar. Porque, para pasar los calores veraniegos ni siquiera el agua del mar sobra, se necesitan piscinas. Piscinas de todo tipo: humildes piscinas, piscinas en jardines humildes, piscinas de plástico, piscinas donde caben solamente tres, cuatro y rozándose, y piscinas ampulosas, esas que hay que mirar desde lo alto para comprobar la esbeltez de la forma y la nitidez azul del agua. Piscinas de agua dulce, porque para el agua salada ya está el mar, ahí, a un paso. Cabe preguntarse que por qué tanta piscina al lado del mar, si la piscina debe ser para tierra adentro, para atenuar el calor de quien no tiene posibilidades de acercarse hasta la costa.

     Pero las piscinas no se han puesto de moda ni por el calor infernal, ni porque el verano las convierta en producto a ser consumido por necesidad biológica sino por esta piscina que es de Pedrosota Ramírez, editor de El Mundo, y en el Mundo aparecen muchas mareas, y hay mucha ropa para lavar. Así es que la piscina de Pedrosota ha puesto de moda este verano el show de las piscinas, porque ahora irán saliendo una tras otra, e irán apareciendo los argumentos a favor y en contra sobre unas y otras, y las propiedades legales e ilegales de unas y otras y, en todas ellas, el agua política que se baña en unas y otras.

     Ahora que hemos politizado también a las piscinas ya poco nos queda por politizar. Desconozco el estatus legal de la tal piscina, y tampoco me interesa para este comentario. Lo que queda en claro es la desfachatez con la que, de lado y lado, se publicitan unos y otros, se le quiere sacar gusto a la tajada, se inmiscuyen los políticos proclives a los comentarios del periódico o antagónicos a los comentarios del periódico. Es decir, que no solamente nuestra vida política depende de la piscina y de quien la goce sino también nuestra vida privada. Las legalidades o ilegalidades que se resuelvan donde deben resolverse, pero no a machetazo de titulares periodísticos. Que el pleito de Pedrosota y su piscina tenga mas relevancia informativa que cualquier otro acontecimiento nacional da fe de lo mal que andamos en periodismo, y de lo mucho que explotamos el sensacionalismo para ocultar vaya uno a saber qué.

     Es esta una novela pasada por agua con sus correspondientes borrascas políticas e informativas. Es este un argumento más de cómo se manejan las noticias y cómo se producen titulares intrascendentes. Es este un argumento que demuestra quién es quién tanto en el devenir informativo como en el devenir del consentimiento político y del miedo al chantaje. Lo de la Pantoja y su susodicho era mucho más folclórico, al menos había romería del Rocío de por medio y música para escuchar. Pero aquí solamente hay agua, y me sospecho que todo quedará en agua, y no borrascosa sino tranquila, como la que lucen estas piscinas legales o ilegales. Porque cuando pasea la marea de la costa permanecerá la sosegada agua de la piscina dispuesta a recibir a los cuerpos calientes para el próximo verano y a unos cuantos protestantes asaltándola para saber de qué sabor son las piscinas que ellos consideran de estatus. Más seriedad, por favor. Nuestra tranquilidad veraniega no necesita de estos shows espectáculo.

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