La foto

Autor: Adolfo Carreto

 

 

     Esto de las fotos de primera página, cuando los fotografiados son personas de las que dependemos, para bien o para mal, está cayéndome gordo. Esto de resaltar los abrazos de uno, menospreciar los de otro, afincarse en las gráficas para determinar la bondad o la maldad de la política, de verdad que no me cuadra. Zapatero comienza a ser bueno porque a estrechado la mano de Blair. Quizá sea por eso de que los atentados parejos, unen. Quizá sea porque las tragedias, políticamente, sean necesarias, quiero decir, rentables. Una fotografía puede cambiar todo el panorama anterior, inclusive la ocurrencia de Zapatero, que no deja de ser una ocurrencia más que política, filosófica y, por ende, discutible, esa ocurrencia de diálogo entre civilizaciones, comienza, para la prensa, para los de uno y otro lado, a ser rentable. Quizá no a ser efectiva políticamente, pero sí a ser políticamente rentable.

     Quiere decir que los gobernantes deberían utilizar más tiempo ante las cámaras de los fotógrafos que a las reuniones para el entendimiento. Al fin y al cabo, van a ser las fotografías las que impriman carácter en la cotidianidad de los lectores. Ese estrechón de manos de Zapatero y Blair es el anticipo para cuando el señor Bush se digne tenderle la suya al español, ya que esas concesiones también están políticamente diseñadas para ser colocadas en la agenda del momento oportuno. Cuando Bush le dé el espaldarazo fotográfico a la mano del presidente español, el diálogo entre civilizaciones políticas comenzará a ser resaltado por la prensa, aunque tal diálogo jamás se produzca. Pero no importa, la gráfica lo dice y los comentaristas también.

     Las fotos que Aznar se hizo tomar con el presidente americano, que fueron muchas y en distintos contextos, con sonrisas de triunfo fotográfico, a la postre no sirvieron para mucho. Y es que, a decir verdad, la realidad no es el momento fotográfico en el que se dispara el flash sino el acontecer diario. Que gracias al espaldarazo de Blair apretando la mano de Rodríguez Zapatero sea el asentimiento a la filosofía del sálvese quien pueda, es decir, del diálogo entre civilizaciones, no deja de tener gracia. O sea, que semejante entendimiento dialogal solamente es digno y efectivo si va patrocinado por los mismos que patrocinaron la invasión a Irak. Digo que no deja de tener gracia, pues esto puede emparentarse con aquello del cambio de frase: dicen que Bush ya no quiere hablar de guerra al terrorismo sino a la de “la lucha global contra los enemigos de la libertad”. Suena mucho más globalizante, es cierto, aunque más globalizado que el terrorismo, según podemos comprobar diariamente, es casi imposible. Pero la frase la ha acuñado el presidente norteamericano y eso va. Va la frase, en grandes titulares, no sé si irá el contenido.

     Puede que el contenido esté aguardando el estrechón de manos que antes o después vendrán entre líderes de civilizaciones, no sé si entre las civilizaciones. Tengo para mí que las civilizaciones, si lo son, lo son porque cuenta desde siempre con el apretón de manos, con el consentimiento civilizatorio. Si no, de qué civilizaciones estamos hablando.

     Pero está bien, que vengan los apretones de manos, que vengan las fotografías si eso nos calman, aunque sea momentáneamente y a fuerza de titular periodístico.

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