Maradona, el ídolo falso

Autor: Adolfo Carreto  

 

 

Fue ídolo para mí del balompié, deporte que siempre me ha gustado porque yo también di patadas. Fue ídolo y dejó de serlo, y no precisamente por el balompié sino por lo que todos sabemos, pero, además por el endiosamiento aplaudido de la trampa. ¿Recuerdan a la mano de Dios, que tanto se aplaudió, que tanto se aireó y que a tantos pillos entusiasmo, argumentando por estos pagos que se trataba de viveza criolla, como si por aquí todos fuéramos unos aprovechados estafadores y len plan de juego, que se fían de la buena voluntad de las reglas que otros respetan? Así les que esa decepción me vino no solamente por las triquiñuelas del futbolista sino por las malas mañas de todos los que lo endiosaron, de todos los que lo idolizaron y que todavía hoy, a pesar de los pesares, lo siguen encumbrando en un altar divino que no le pertenece. Y so siento, de verdad que lo siento.

     La noticia me informa de que va a presentar un show televisivo de dos horas semanales, entretenimiento por medio, noticia futbolística también y todo ese cúmulo de variedades que, saliendo del temperamento de Diego, no sabemos cómo terminarán. Comenzará nuevamente a ser ídolo, a pesar de que su contextura para presentador no coincida con los moldes asignados a los presentadores televisivos, al menos en lo físico. Voy a decirlo, la contextura de Diego Armando Maradona es impresentable, estéticamente impresentable, impresentable porque esa desenfrenada gordura que no cabe en el cuerpo de un deportista, así sea retirado, todos sabemos de dónde le viene. Puede que Maradona ponga ahora de moda la obesidad desenfrenada a base de la alimentación que se la ha producido. Puede que sus seguidores lo tomen como un nuevo ejemplo a seguir, y eso me asusta.

     Para conceder licencias de presentador televisivo, o de presentador sin más, deberían respetarse algunos cánones, inclusive estéticos, para no ofender a la buena vista de los teleespectadores. No dudo  que este show será todo un éxito económico. Que es de lo que se trata. Y ya se encargará la economía publicitaria de armar argumentos para que el show de Diego resulte estéticamente aceptable.

     Prefiero a las presentadoras, que sí. Y si no entienden de fútbol, es igual. Algún guionista entendido les redactará lo que tienen que decir. Prefiero los entretenimientos, los shows que realmente respondan a lo que son, así el contenido no me satisfaga. Lo de Diego me parece una desfachatez y un antecedente que no me cuadra porque el futbolista se ha empeñado en descuadrar todo lo que se le ha presentado por delante.

     Se venderá este espacio televisivo como pan caliente, lo sé, que de eso se encargará el marketing financiero. Habrá invitados que merezcan la pena, también lo sé. Y sé que podremos recrearnos en algunos pases futbolísticos, en algunos goles inolvidable, y en esa mano de Dios mentirosa que nunca me gusto. Porque al fútbol se juega con los pies y con la cabeza, no con la trampa y el aplauso a la trampa. Por eso no puedo dar el visto bueno a un espacio que solo visualmente ofende. Pero no son mis preferencias las que cuentan, y seguro que más de uno me tildará que de qué hablo, que por qué mezclo lo in mezclable. Pero estoy convencido que, en el caso del pibe argentino, todo es uno y lo mismo. Y esa visión me horroriza. Lo siento por sus fanáticos. Lo siento por quienes volverán a convertirlo en el dios que nunca fue.

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