Un concierto de órganos

Autor: Adhemar Cuellar

sitio web: Mensajes con poder  

 

 

“En aquel mismo momento Jesús curo a muchas personas de sus enfermedades y sufrimientos, y de los espíritus malignos, y dio la vista a muchos ciegos” (Lucas 7,21)  

¿De dónde vienes? le pregunta un niño a su amiguito:

-De ver un concierto de órganos, responde el niño

¿Qué es eso de concierto de órganos? Vuelve a preguntar

 ¡Ah!  Es que vengo del hospital,  mi mama fue al hospital a ver un pariente enfermo y me llevo,  si te digo que hay un concierto de órganos es porque en el hospital  se escucha  ¡Ay mi corazón! ¡Ay mis pulmones! ¡Ay mi riñón! ¡Ay mi hígado! ¡Ay mi estomago! Etc.

Por casualidad en este momento  en su vida  se está realizando un “concierto de órganos” como dijo el niño.  El dolor por la enfermedad,  lo tiene postrado  en una cama,  derrotado y sin esperanzas.  En su enfermedad  reina: el dolor y el sufrimiento. La palabra más pronunciada que sale de sus labios es: ¡Ay!  ¡Ay! ¡Ay!  ¡Que dolor!

No preguntemos el por qué de la enfermedad,  debemos preguntar  ¿Para que esta enfermedad?

Otras veces Dios corrige al hombre con enfermedades, con fuertes dolores en todo su cuerpo. (Job 33,19)

Tenemos que aprender a ver nuestra enfermedad como un examen en la  Universidad de Dios. A través del sufrimiento Dios nos corrige, sabemos que la prueba ejercita la paciencia, la paciencia nos hace madurar y que la madurez aviva la esperanza. (Romanos  5,3-4)

¿Para que la enfermedad? Esta viene a nuestra vida para purificarnos:

“Yo te purifique, pero no como se hace con la plata, sino que te probé en el horno del sufrimiento” (Isaías 48,10)

Dios quiere a través de nuestro sufrimiento, mostrar su victoria: Jesús al oírlo dijo: “Esta enfermedad  no va a terminar en muerte, sino que ha de servir para mostrar la gloria de Dios, y también la gloria del hijo de Dios “(Juan 11,4)

Cuando llega la enfermedad muchos caemos derrotados, estamos abatidos:

El ánimo del hombre soporta la enfermedad, pero al ánimo abatido ¿Quién podrá levantarlo? (Proverbios 18,14)

Si viene luchando durante días, meses y años contra la enfermedad, probablemente el  ánimo suyo este aniquilado  aquí  tiene que preguntarse y ahora ¿Quién podrá levantarme?

La respuesta usted la encuentra  en la palabra  del concierto de órganos que decía el niño. Usted tiene dos opciones vivir con ¡Ay!  O vivir diciendo ¡HAY! 

¿Cuál es la diferencia?

La diferencia está en la letra H.   Con la que se escribe Hijo.  Es decir vivir nuestra enfermedad solo diciendo ¡ay! Es vivir solos y sin esperanza. Pero vivir el dolor y la enfermedad con un  “Hay” es vivir acompañados del Hijo de Dios,  así se vive diciendo: “Hay esperanza en Cristo”. Esto marca la diferencia, esto nos hace vivir con esperanza, y esta esperanza no quedara defraudada porque ya se nos ha dado el Espíritu santo, y por el amor de Dios se va derramando en nuestros corazones (Romanos 5,5)

Al terminar esta reflexión, lo invito a leer y proclamar  lo siguiente:

Considero que los sufrimientos del tiempo presente no son nada si los comparamos con la gloria que habremos de ver después. (Romanos 8,18)

Por eso no me desanimo; al contrario, aunque mi exterior está decayendo y deteriorando, el hombre interior se va renovando de día en día en nosotros. (2da Corintios 4,16)

Bendeciré al Señor con toda mi alma; no olvidare ninguno de sus beneficios. Él es quien perdona todas mis maldades, quien sana todas mis enfermedades. (Salmo 103,3) Amen