Vida o muerte

Autor: Adhemar Cuellar

sitio web: Mensajes con poder  

 

 

El amor de Cristo nos urge, al considerar que si el murió por todos, entonces todos han muerto. El murió por todos, para que los que viven no vivan ya para sí mismos, sino para él, que por ellos murió y resucito. (2da Corintios 5,15)

Así  también ustedes deben considerarse a sí mismos muertos para el pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús. (Romanos 6,11)

No puedo vivir sin ti” era la frase reiterativa que un novio enamorado decía a su novia

Esta romántica frase hizo que la novia reaccione diciendo:

-“Yo tampoco puedo vivir sin ti”.

El novio toma de la mano a su novia y le dice mirando fijamente a los ojos:

-Fue una suerte que nos hayamos conocido.

 ¿Por qué? Pregunta la novia.

-Es  lógico, dice el novio: yo digo que no puedo vivir sin ti, y tú dices que no puedes vivir sin mí,  por eso fue una suerte que nos conociéramos porque de otro modo los dos estaríamos muertos… porque ambos coincidimos en: “No puedo vivir sin ti”

Fue más que suerte, Fue más que una bendición, Fue más que un regalo el hecho de que Cristo hubiese muerto por nosotros.  Si Cristo no haya muerto en la cruz ustedes y yo estaríamos muertos. Nuestra deuda referente al pecado sería imposible  de pagar.

A un acusado  el juez lo declara culpable y el veredicto dicta una sentencia  de 90 años en prisión.  El juez se acerca al culpable y le dice: ¿Qué le pediría usted a Dios?

-Salud,  quiero que me conceda  Salud para vivir 90 años  más y de esta manera  cumplir toda mi condena.

Si Cristo no hubiera muerto, nuestra deuda y condena seria eterna,  no nos alcanzaría la vida entera  para pagar la deuda del pecado. Pero qué gran alegría produce el conocer esta buena noticia: “Cristo murió en la cruz por toda la  humanidad” Cuanta emoción causa y provoca en los corazones arrepentidos  el conocer que nuestra deuda ha sido cancelada, nuestro pecado, gracias a la sangre de Cristo, ha obtenido el perdón de Dios.

Por este motivo el amor de Dios nos urge, es decir el sacrificio de  Cristo en la cruz nos obliga con prontitud y aprisa a comunicar y transmitir esta gran noticia: “El salario del pecado es la muerte pero el regalo de Dios es vida eterna” (Rm 6,23)

Después de conocer esta gran noticia, el motivo principal de nuestra existencia  tiene que ser el siguiente:   Si vivimos  para el Señor vivimos, si morimos  para el Señor morimos. De manera que tanto en la vida como en la muerte pertenecemos al Señor. (Romanos 14,8) Amen.