El "biblioburro"

Autor:  José de Jesús González, L.C.

 

“Desde hace 10 años el profesor Luis Soriano recorre veredas, pueblos, caminos y carreteras en su...“biblioburro”. El “biblioburro”, nombre acuñado por el mismo profesor, no es una broma u obra de arte moderno, sino una iniciativa de beneficencia poco a poco reconocida a nivel mundial.

El profesor Soriano, prescindiendo de sus intereses particulares, recorre las poblaciones de la parte central baja del departamento de Magdalena, Colombia, con Alfa y Beto, que no son personas sino sus simpáticos, fieles y esforzados burritos. El objetivo es estimular la lectura, aportar conocimiento, dotar de material didáctico a niños, familiares y profesores, e incentivar la cohesión de la comunidad a través de la socialización de los libros.

Ya son varios los grupos que han apoyado el proyecto: la empresa de transporte TCC construyó la primera fase de la edificación destinada a una biblioteca sedentaria. En 2008 la cadena de radio RCN por mediación del periodista Juan Gossain realizó una campaña con la cual logró una dotación de cinco mil libros. La Caja de Compensación de Magdalena, CAJAMAG, ha brindado recursos económicos para el bibliotecario. La ONG española Acción Visual gestiona un proyecto de cooperación internacional para ampliar la cobertura de esta biblioteca rural ambulante. La construcción de una pequeña librería financiada por una compañía local está a medio terminar debido a la falta de fondos para completar el proyecto. Y por si fuera poco, el realizador de documentales Carlos Rendón Zipagauta ha estado trabajando en una película que cuenta la historia de Soriano y los Biblioburros.

Estos hechos llaman nuestra atención. En el mundo individualista en el que vivimos son escasos los testimonios de gente que dedica su tiempo a los demás. Desgraciadamente el veneno del consumismo y del materialismo induce a juzgar a las personas y a las cosas bajo un único parámetro: el económico. Hoy por hoy el tiempo es dinero y vales tanto cuanto produces. Al menos así lo piensan algunos.

Ciertamente esta no es la visión cristiana de la persona y de la sociedad. Cada ser humano es un regalo de Dios, un proyecto de amor, un fin en sí mismo. Cada persona posee una vocación, una dignidad inexpugnable, un destino eterno frente al que ejercita su libertad. Por eso merece ser tratada con respeto, comprensión y responsabilidad. Las personas no son lo que tienen ni valen por lo que tienen. Son lo que son y valen por lo que son.

La actitud del profesor Soriano pone énfasis en el valor trascendente de cada ser humano. Cada individuo tiene derecho a la educación, a mejorar su condición de vida y a explotar sus cualidades personales. Por otra parte, la ayuda que ha recibido por parte de organismos nacionales e internacionales permite ahondar en los conceptos de caridad, beneficencia y altruismo. La caridad cristiana mira al prójimo como a otro Cristo y el altruismo mira al prójimo como a otro “Yo”. El hecho de dar “tiempo extra” a los demás es caridad cuando el fin que se persigue es ayudar al prójimo por lo que es, a ejemplo de Cristo. Si en cambio la ayuda busca solucionar un problema social de analfabetismo es sólo altruismo.

El Papa Benedicto XVI ha recordado que la intención de hacer el bien mirando a Cristo en el otro, es una característica fundamental de la doctrina social de la Iglesia: “Lo que verdaderamente diferencia a las obras de caridad cristianas es ofrecer su servicio con el corazón y sentimientos de Jesús” (Mensaje a los miembros del Consejo Pontificio “Cor Unum”, miércoles, 1 de diciembre de 2010).

Bajo esta luz podemos entender que la beneficencia cristiana no se reduce sólo al altruismo. La beneficencia busca el bien personal y el altruismo la justicia social. Tanto la caridad como el altruismo implican el olvido de sí, salir del propio “caparazón”, pero tienen intenciones diversas. Dedicar tiempo a los demás es excelente. Renunciar a los propios intereses y sacrificarse por un bien más elevado es digno de aprobación, pero es esencial purificar la intención.

Las necesidades estarán siempre presentes, sobre todo en los barrios más pobres e inaccesibles. Basta mirar un poco los suburbios de las grandes ciudades. Por eso lo más importante y urgente es ofrecer ayudas concretas que enmienden las penurias de los más desprovistos de la sociedad, independientemente del modo o intención que sea, pero, ¿qué cuesta dar un valor sobrenatural a todo lo que hacemos?

La distinción hecha entre caridad y altruismo permite vislumbrar cómo la sociedad actual está acostumbrada a ir sólo a lo meramente material. Por lo general, se encuadran bajo el título de “prioridades sociales” sólo las necesidades materiales de la sociedad. Hay un olvido de la persona y la familia. Esta manera de ver las cosas, reduce la acción social a mero altruismo, incluso la de los cristianos.

El impacto cultural que ofrece “el biblioburro” es un incentivo para nuestra sociedad actual y también para los cristianos. La vocación a sembrar la semilla del amor a Dios en todos los rincones de nuestro planeta es una exigencia de cada uno y comienza por formarse una correcta visión de la persona y de la sociedad.

Bajo esta perspectiva, es verdad que los grupos cristianos pueden desenvolver acciones de caridad en favor de los más necesitados haciendo práctica y operante la propia fe. Los primeros cristianos son los pioneros del autentico espíritu de caridad. Tenían todo en común. Buscaban compartir no sólo los propios bienes materiales, sino la alegría de entregarse a los demás por amor a Dios. Resonaban siempre en sus corazones aquellas palabras conmovedoras: “Y todo aquel que dé de beber tan sólo un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños, por ser discípulo mío, os aseguro que no perderá su recompensa” (Mateo 10,42). San Pablo lo tenía bien claro: “Vuestra caridad sea sin fingimiento; detestando el mal, adhiriéndoos al bien; amándoos cordialmente los unos a los otros; estimando en más cada uno a los otros; con un celo sin negligencia; con espíritu fervoroso; sirviendo al Señor” (Romanos 12,9-10).


¡Vence el mal con el bien!