Alegres por las sorpresas

Autor: Padre Tomás Rodriguez

 

El Apóstol Pablo nos dice que estamos alegres por nuestra esperanza fundamentada en la fe.

“El que espera, se desespera”, siempre que no esté cierto de un resultado feliz; pero el que espera no se desespera, si tiene certeza de conseguir un gran bien, como nos pasa a nosotros los cristianos.

La fe en Dios Padre providente nos hace aceptar todo como venido de sus manos, y por lo tanto para nuestro bien, aunque no lo reconozcamos en el momento, cuando lo estamos pasando.

Dios cada día nos tiene gratas noticias que darnos, pues, no se agota ni la imaginación ni el amor, que nos tiene. La alegría tiene que ser la característica cristiana, como resultado de haber conocido a Dios, que es Amor.

El que alguien nos sorprenda de una manera gratificante produce siempre en nosotros una gran alegría, y Dios está como pendiente de nosotros para continuamente sorprendernos de alguna manera, que siempre nos puede resultar beneficiosa.

Es grande y maravilloso el saber descubrir en cada sorpresa una fuerte dosis del amor de Dios Padre para con nosotros, no a bombo y platillo como tal vez nos gusta a nosotros, sino de una manera callada, sencilla y tan repetida, que tal vez no hace mella en nosotros.

Entre todas las sorpresas, que esperamos, nos ha anunciado una sin concretarnos la fecha, pero sí tenemos la certeza de que un día nos la dará, es la llamada que nos hará para pasar  a la eternidad. Si durante la espera nos preparamos, la alegría nos colmará ya que su venida será para llevarnos con Él para gozar de una continua alegría, pues, le amaremos sin poderle perder más y así disfrutaremos de la máxima felicidad.

Cada amanecer Dios nos espera para darnos nuevas sorpresas, pues, el Amor no cesa de buscar nuestro bien, pero la gran sorpresa que nos tiene reservada es inconcebible, ya que San Pablo nos dice que “ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni mente humana se pudo imaginar”. (1 Cor 2,9).