Alegres en la fe

Autor: Padre Tomás Rodriguez

 

¡Cuánta gente vive de apariencias! Quieren aparecer o no aparecer lo que son. En el primer caso por vanagloria, en el segundo por cobardía.

En cosas sin importancia se podría transigir esta conducta, aunque no es laudable, pero en el plano religioso no se puede, pues éste implica una dimensión trascendental de la persona y no es una pieza más del rompecabezas de nuestra vida, sino el móvil que la debe guiar siempre.

La alegría y la fe tiene una doble relación:

1.     Uno debe estar alegre, porque es creyente.

Nadie se merece la fe, si somos creyentes es porque Dios en su infinita sabiduría se nos ha acercado a nuestra vida para enseñarnos la jerarquía de valores, teniendo siempre en el centro su conocimiento y amor.

Por la fe nosotros juzgamos todo lo que nos rodea con mentalidad de Dios.

Los bienes que nos proporciona la fe no son valuables con categorías humanas, pues, sólo Dios nos recompensará con creces la confianza que en Él hemos puesto al creer. “El orgullo de ser cristiano” (Fil 1,26) no debe de llevarnos a mirar sobre el hombre a los demás, sino el sentirnos felices y contentos por nuestras creencias, por la dicha de conocer a Dios.

2.     El ser creyentes nos exige estar alegres.

Juan Pablo II nos dice: “Llevad a vuestros corazones el júbilo cristiano: La alegría que nace de la fe, serenamente aceptada y dinámicamente vivida, en unión con Dios y de Cristo en la oración y en la práctica constante de los sacramentos, especialmente la Eucaristía y la Reconciliación.

San Pablo hace una recomendación en los Filipenses, 3,1: “Manteneos  alegres como cristianos que sois”.

El auténtico cristiano tiene que ser creyente y esto es algo muy bueno en su vida, le eleva de categoría, pasa al orden sobrenatural, de ahí que nunca esté nadie tan alegre como cuando se es bueno. San Pablo nos lo dice: “Como cristianos estad siempre alegres, os lo repito, estad alegres” (Fil 4,4)

La condición de creyente exige en nosotros un hacernos dóciles a la acción del Espíritu Santo para que podamos disfrutar de sus dones, que nos lo trae siempre que estamos en su paz y gracia, uno de ellos es la alegría (Gal 5,22).