Virtudes teologales y la alegría

Autor: Padre Tomás Rodriguez

 

Nadie pone en duda la importancia de las virtudes teologales, fe, esperanza y caridad, para el cristianismo.

Ellas tiene  como objetivo directo a Dios: fe en Dios, esperanza en Dios y amor a Dios.

Ningún cristiano puede considerarse tal, si no las practica, pues, ellas son la raíz y el fundamento de todas las demás virtudes que en nuestra vida podamos tener; de ahí que la alegría, virtud cristiana, no puede asentarse, si no es en ellas.

En el N. T. Vemos cómo emana la alegría del ejercicio de estar virtudes:

1.  La fe.

La fe engendra alegría, así nos lo confiesa Isabel al ver las maravillas que en su prima María se habían realizado, en contraste con lo que le había sucedido a su marido Zacarías. “¡Feliz Tú, porque has creído que el Señor cumplirá las promesas que te ha hecho!” (Lc. 1, 45).

2.  La esperanza.

La esperanza nos hace pasar por alto todo aquello que pueda enturbiar nuestra paz y felicidad, ya que ésta no puede turbarse por muchas y grandes que sean las dificultades. “Que la esperanza os mantenga alegres, las dificultades no os hagan perder el ánimo y la oración no cese en vuestros labios” (Rm. 12,12)

3.  La caridad.

El amor nos lleva a compartir con los demás todos los sentimientos. En primer lugar con Dios, pues, encontramos en Jn. 16, 28: “Si me amáis, tendréis que alegraros” y como a Dios no le amamos, si no amamos al prójimo, también con él debemos de compartirlos, San Pablo en Rom. 12, 15 nos dice: “Con los que están alegres, alegraos; con los que lloran, llorad”.

Por estos textos mencionados vemos cómo la alegría engarza a las tres virtudes teologales, y nos sirve para dar a entender a los demás que estamos ciertos de nuestra fe, que nuestra esperanza es segura y nuestro amor a Dios es autentico al amar al prójimo.