Sacramento de la alegría

Autor: Padre Tomás Rodriguez

 

 

Así es llamado el sacramento de la Confesión, no para engatusarnos, sino para descubrirnos una gran realidad.

Esto no es ningún slogan publicitario para que la gente se confiese más en ese tiempo en que parece que se frecuenta menos este sacramento, es sencillamente  hacernos caer en la cuenta del afecto que experimentamos, cuando nos confesamos bien.

Veamos dos motivos para los que con todo derecho podemos llamar al sacramento de la penitencia sacramento de la alegría:

1.     Es el gran regalo  que Cristo nos dejó el día de más alegría para toda la humanidad, el día de su resurrección, nos lo cuenta San Juan en su Evangelio cap. 20, 22-23; “... sopló y les dijo: Recibid el Espíritu Santo; a quienes perdonéis los pecados, les queda perdonados; a quienes se los retuviereis les serán retenidos”.

2.     Es el sacramento que nos hace recuperar la auténtica alegría que habíamos perdido por el pecado, al devolvernos otra vez la paz y amistad con Dios.

Todos tenemos la experiencia de lo alegres que quedamos una vez que nos hemos confesado.

 

Nosotros al hablar así, no nos fijamos en lo costoso que a veces nos resulta confesarnos, sino en el resultado que por la confesión conseguimos. Todo sacramento es una aplicación del misterio pascual, pero en éste de la confesión se ve de una manera más resaltada la alegría propia del misterio pascual, por eso que, si en todo momento se puede recibir, sea este un tiempo apropiado de poder disfrutar de esa alegría pascual por la recepción del sacramento de la penitencia.

¿Hemos aceptado el regalo de Pascua que Cristo con tanta ilusión nos ha dejado? No está bien desperdiciar algo que nos ofrecen.