Nadie tiene derecho a ser feliz a solas

Autor: Padre Tomás Rodriguez

 

Esta frase indica el móvil que activó la vida del gran “Apóstol de los leprosos” o “vagabundo de la caridad” como se llamaba  a Raoul Follereau.

Hace 25 años fundó la Jornada mundial de los Leprosos, que actualmente se celebra el último domingo de enero en 140 países del mundo.

El 6 de diciembre último murió en Paris a los 74 años, después de dedicar toda su vida a combatir la lepra y todas las lepras, así lo refleja él en uno de sus libros “Si Cristo mañana”:

“Señor, aquí están tus leprosos, con sus manos ausentes y sus rostros tumefactos, los repelentes, los repelidos, los inmundos, que llevan como cruz tuya toda la miseria del mundo.

Señor, aquí están tus leprosos, con sus manos ausentes y sus rostros tumefactos.

Señor, aquí están los verdaderos leprosos: Los que te crucificaron”

R. Follereau gastó toda su vida por los leprosos.

Fue un hombre incansable, recorrió 95 países, pronunció muchísimas conferencias, pero el récord de su vida fue el haber visitado, tocado, abrazado a miles de leprosos, a quienes les daba el mejor regalo que podía ofrecerles, la esperanza.

Solía decir de sí mismo: “Soy un hombre de buena voluntad que ha tenido la suerte extraordinaria de hacer alguna cosa útil en la vida”.

Hombres como éste nos parece que no deberían morir, ellos han cumplido con su misión y nos han dejado un testimonio: La caridad.