La alegría, exigencia cristiana
Autor: Padre Tomás Rodriguez
Algo inherente a nuestra condición de cristianos es la alegría, ya que ésta emana del fundamento de nuestra fe, Cristo resucitado, por eso nadie nos la puede arrebatar. Jn. 16, 22: “Así también vosotros... y de nuevo os alegraréis con una alegría que nadie podrá quitarnos”.
Es un signo de una vida espiritual auténtica, Rm. 14, 17: “Que el Reino de Dios... consiste en la vida recta, alegre y pacífica que procede del Espíritu Santo”.
Como nuestra alegría tiene un fundamento sólido, no puede tambalearse por algo accidental y transitorio que afecte nuestra vida. El dolor, la desgracia, la enfermedad no puede anular la verdadera alegría, pues, ésta debe manifestarse, cuando la vida es amarga y dura como hicieron los Apóstoles, Hch. 5,41: “Los Apóstoles salieron del Consejo llenos de alegría por haber sido considerados dignos de sufrir por Jesús.
Si la alegría auténtica es una exigencia que brota del fundamento de nuestra fe, tiene que ser un rasgo característico de nuestra condición de cristianos, por eso San Pablo con insistencia lo dice: “Como cristianos estad siempre alegres, os lo repito, estad alegres” (Fil. 4,4) ¡Qué lejos están de esta manera de pensar los que creen que para ser buenos tienen que estar serios, adustos!
La alegría cristiana no es algo pegadizo, accidental, es esencial para aquél que quiere vivir como auténtico cristiano, pues, toda nuestra alegría arranca del hecho pascual, Cristo muerto y resucitado.
Nuestra alegría es el ambiente más propicio para el desarrollo de la virtud y para comunicarnos con Dios, por eso San Pablo dice en 1Tes. 5,16: “Estad siempre alegres, orad constantemente, dad gracias a Dios en toda circunstancia, porque esto quiere Dios de vosotros como cristianos”.
Un cristiano que no es alegre, no ha descubierto aún el fundamento de su cristianismo y las exigencias que lleva consigo. La alegría de los cristianos es de un calibre tal que sólo los que viven con autenticidad su cristianismo pueden disfrutarla.